Extraído de "Crónicas de noches de sueños y pesadillas, una recopilación de Alberto Silva de artículos publicados en "Mate Amargo" entre 1986 y 1988, publicado el 6 de mayo de 1987.
Frente a cada uno de estos informes, las dudas asaltan nuestro pensamiento.
¿Cómo plasmar en pocas líneas una trayectoria de un combatiente
que estuvo -está- en la pelea desde siempre? ¿Cómo resumir
cada caso si muchas veces una sola parte de la denuncia suma carpetas y carpetas?
¿Qué fotos incluir, cuáles documentos; qué detallar,
qué priorizar?
Adolfo Wassen Alaniz no escapa a esta situación. ¿Priorizar sus
años de infancia allá en la Unión, conviviendo - conociendo
la injusticia? ¿Detenerse en sus padres, luchadores del pan diario, dignos
y sencillos?.¿ Rescatar su militancia en el frente estudiantil, o hacer
hincapié en el guerrillero?. ¿Qué es más injusta:
su condición de rehén, su enfermedad o la fecha de su muerte?.
El Adolfo militante, el humanista, el lírico, el poeta, son uno solo.
Su huelga de hambre, que apuesta a la solidaridad con la suerte de sus compañeros,
aparece como un primario resumen de este luchador a quien nunca pudieron doblegar.
La foto de túnica y moña, saludando los tiempos por venir, una
certera apuesta al futuro.
UNA FIRME ESTRELLITA QUE NUNCA PODRÁN APAGAR
"Mi hijo murió como un pájaro en una jaula. El fue un muchacho
como tantos otros. Algunos los llaman terroristas, pero ellos quisieron combatir
el peor terrorismo: aquél que oprime a los indefensos. Siempre le interesó
más la injusticia ajena que el mal propio, y eso es democracia...",
nos decía con voz entrecortada el padre del "Nepo" durante
su humilde velorio en la Unión de donde partirían miles de uruguayos
acompañándolo hasta una tumba pobre sobre un cantegril. Atrás
quedaban muchas cosas: quedaba Adolfito, quien compartió sólo
su primer año de vida junto a sus padres, que tuvo que ver a su papá
rodeado de perros, encapuchado, esposado, muchas veces apenas a través
de una rendijita. La plaza Libertad lo vio en muchas jornadas con su sonrisa
infantil y nerviosa, subiendo a los ómnibus, entregando volantes, reclamando
por su padre cautivo. Quedaba Sonia, la compañera de " Nepo"
a quien ni siquiera se le permitió asistir unos minutos al velorio de
su compañero. Quedaban las poesías escritas en las cárceles
del régimen, las canciones que hablaban, entre otras cosas, de sapitos
y de lunas; quedaba su despedida de sus compañeros de la "isla"
entonando el "adiós muchachos, compañeros de mi vida, barra
querida de aquellos tiempos...". También quedaban el despiadado
interrogatorio, torturas de por medio, que en el '72 le efectuara el mayor Gavazzo
y la patota a su cargo en el cuartel de Tacuarembó; la frase -todo un
símbolo- que en el '83 le espetara el teniente coronel Contí,
en su despacho de comandante del Regimiento de Caballería Blindado No.
2: " Sí, en realidad, con ustedes teníamos que haber hecho
jabón"; el mentís que sufriera el teniente Herrera que lo
acusó de farsante cuando llevaba adelante la huelga de hambre. ("El
no come porque tiene cáncer en la garganta", le dijo a la Comisión
de la Cruz Roja. Frente a ésta, Adolfo levantó por un momento
su medida: una milanesa, puré de papas y galletas, demostraron frente
a la Comisión que si quería, podía). Como respuesta al
odio, la tortura, la injusticia, el atropello, la sin razón, esa heroica
y casi romántica huelga de hambre; no por su situación personal
sino por sus compañeros cautivos y exilados .La entrega hasta el último
momento, hasta las últimas consecuencias. A pesar de su enfermedad, la
desatención médica fue una constante: como post operatorio de
la primera intervención, lo tuvieron seis meses dentro de un aljibe...
"A mi me parece imposible que no lo suelten en el estado que está
", decía en los últimos meses de enfermedad su madre. Para
las bestias cívico - militares no existieron nunca límites. El
cancerólogo, tal vez más importante de Francia, aseguraba en un
contacto telefónico su presencia inmediata en el país si se producía
la liberación del luchador social. A pesar de que era próximo
e irremediable el desenlace, los militares prefirieron manchar aún más
sus uniformes de sangre. La muerte creyó que había ganado la partida.
Una vez más se equivocó...
LA UNION, LA POBREZA, LA INJUSTICIA
"Vaya y pregunte en el barrio quién es Adolfo Wassen Alaniz. Todos
lo conocen, todos le van a decir lo bueno que era", dice su madre. "El
siempre fue igual, desde chico; de querer la cosa justa. Yo tenia una peluquería
de niños en la Unión; los nenitos de los cantegriles iban a la
peluquería a que yo les rapara gratis las cabecitas. Mi hijo vio desde
niño la pobreza, la injusticia. Por eso es que estuvo tanto tiempo trabajando
y ayudando a la gente del cantegril".
UN FUGAZ TIEMPO DE COMPARTIR
" Con Adolfo nos conocimos en la Facultad de Derecho. Los dos entramos
el mismo año, allá por el '66. En el '68 conformamos nuestra pareja,
nos casamos y asumimos un compromiso político definitivo". Corría
el año en el cual el primer estudiante caía asesinado. Un muchacho
con nombre de consigna resumía aquellos días; LIBER-ARCE. Sonia
cae presa en el '70; Adolfo en el '71. Ambos logran evadirse en dos espectaculares
fugas. Un fugaz tiempo que vuelven a compartir. En abril del '72 su relación
toma otra forma: por 12 años, el contacto sólo será a través
de fugaces cartas. " Hubieron épocas muy duras, él no podía
escribir o no me dejaban a mi, pero yo tenia la constancia de escribirle sistemáticamente.
Pensaba en su terrible soledad, y a pesar que la mayoría de las cartas
no le llegaban, yo insistía". Se fue conformando pese a todo, una
larga cadena clandestina de comunicación. "El tema central de sus
cartas se puede resumir en un concepto con el que Adolfo insistía: para
actuar hacen falta pocas certezas y a cada pregunta se le va dando una respuesta
". Quien pierde la capacidad de asombro, pierde la pelea por la vida. Adolfo
lo sabía, y en sus cartas este tema era recurrente. "El hombre tiene
que conservar siempre la curiosidad que es la vida misma. El tipo que pierde
la curiosidad, ya sea a los quince o a los veinte años, ése ya
es viejo". Un día especial, el 27 de junio del '84, cuando el país
llevaba adelante el Paro Cívico, Sonia consigue luego de simular un ataque
de apendicitis -previa ingestión de un kilo de manteca- ser trasladada
al Hospital Militar y "reencontrarse" con su compañero a golpeteo
limpio, pared de por medio " Lo llamé por la pared y él no
me creyó. Yo seguía golpeando y él, seguía sin creer.
Después le pude pasar una cartita, esperé la respuesta y él,
parecía seguir sin creer. Quedó sin saber qué hacer. Al
final me contestó con un tamborileo de alegría". Cuando su
enfermedad seguía avanzando, en el Hospital Militar llegó el ansiado
reencuentro frente a frente." Es imposible explicar ese momento. Como si
no pudiera llegar a creerlo me dijo: "Esta es una sorpresa más grande
que el Estadio Centenario"." Después de 12 años, dos
personas que tuvieron mucho que ver en sus vidas, que tuvieron un hijo juntos,
se encuentran en esa situación tan particular. "Ambos lo sabíamos
pero no cuándo. En esa visita nos preocupamos por el presente. Cuando
digo el presente, digo Adolfíto, nosotros, los compañeros. A él
le preocupaba mucho saber de los compañeros y compañeras de quienes
no tenía ninguna noticia sobre sus vidas". Una estrellita que las
compañeras de Punta de Rieles, a través de Sonia, le quisieron
hacer llegar a Adolfo, terminó en manos de los represores; la portadora
sancionada. Pero la solidaridad igual viajó de ida y vuelta en cada visita.
"Una de las cosas que más me emocionaba y me costaba entender, era
su serenidad para pensar en su situación, en cosas muy profundas, en
los demás, en nuestro hijo". El terrorismo, el verdugueo, el revanchismo
no tuvieron limites, ni siquiera la muerte. "A las dos de la madrugada
me despertaron a los gritos 'Vístase, su esposo está grave'. Me
llevaron del Penal al Hospital Militar. Me bajaron en el mismo lugar de siempre,
en el celdario. Me enfilaron hacia el lugar en que estaba él siempre,
la milica que me escoltaba no entró y me hizo pasar. Estaba tapado con
una sábana, muerto. Eso fue terrible, porque me habían dicho que
estaba grave, no que estaba muerto. Me dejaron con tres milicas en una situación
en que uno necesita cierta intimidad. Ellas se burlaban durante todo ese tiempo
de la situación, se reían como si fuera una fiesta que hubieran
estado esperando". Lo mismo se repetiría a su regreso al Penal:
"A empujones me entraron en la celda. No me dejaron hablar con nadie, no
permitieron abrir las rejas para que me pasaran aunque sea un té. Las
milicas se quedaron toda esa noche provocando, paseando de aquí para
allá, mofándose, haciendo chistes ". Como contrapartida,
las compañeras, apenas se enteraron del desenlace, todas a una entonaron
"La Internacional". " El Penal entero la cantó ".
" Como un pájaro libre"
Para mí, el llegar al sacrificio de esta manera, el hacer todo lo que
él hizo por un cambio, vale la pena hacerlo -perdóneme la emoción-
pero realmente va le la pena " Transcurrían 30 días de la
huelga de hambre de Adolfo. Su padre, en una modesta casa de Villa Dolores,
nos contaba de su hijo, de la huelga, de la lucha. "El tiene el espíritu
muy en alto, casi no puede levantarse, pero intenta hacerlo y darnos ánimo.
Fue muy sincero, desde el primer día me dijo: "viejo, no te llames
a engaño, yo sé que voy a morir. Yo sé que no vas a estar
de acuerdo con lo que voy a hacer, pero quiero que lo sepas bien, yo no estoy
rayado, estoy de lo más cuerdo, y antes de tomar la decisión que
tomé, lo pensé muy bien. Y si me hubiese curado y saliese a la
calle, lo volvería a hacer todo de nuevo. Nunca hice nada buscando algo
personal, todo lo que hice fue por ver tanta miseria económica y humana".
Yo pensaba ¿qué irá a hacer?, acá no puede hacer
nada.. Antes de morir, me dijo," voy a hacer todavía algo. Algo
por mis compañeros, por todos los presos políticos, voy a pedir
por ellos". Yo lo corté, le dije " pero decime una cosa, ya
con todo lo que te ha pasado ¿no te parece que has hecho bastante?. Pero
él no quiso saber de nada. No, me queda algo por hacer. Y también
lo quiero hacer por todos los exilados que se encuentran llorando a sus familiares
y a su patria, lo voy a hacer por todos los presos políticos y por ellos.
Al otro día empezó la huelga" De aquella tarde de aquel emotivo
reportaje, nos quedó grabado en la mente el tema de Adolfito. "El
sabe que lo que hizo su padre no fue ni para traernos nada a nosotros ni por
ninguna extravagancia ni por ninguna ociosidad. El sabe que su padre es hijo
de un honesto matrimonio trabajador. Que su padre fue educado en la Sagrada
Familia, que hizo preparatorios con muy buenas notas. Que mi casa estaba siempre
llena de estudiantes que me tomaban la yerba, me comían todo. Aquello
era de no creer, yo me levantaba muy temprano y ahí estaban dormidos
en el living sobre los libros -. 'Por lo menos - me dijo Adolfito- ya que mi
padre no me pudo criar, quisiera que no muriera en prisión. Porque es
muy triste morir como un pájaro encerrado en una jaula'
VENCEREMOS
Esta carta - despedida enviada por Adolfo a su compañera, deja por primera
vez el marco del recuerdo y la afectividad personal. Para ser compartida como
testimonio de una apuesta a la vida.
De la planta que fue
del fruto
que en abrazo de amor
con el suelo engendrara
hoy nos quedan en las manos
la semilla
y a nosotros
que consumiéndolo
alimentamos sueños
e intentamos calmar la sed
a la esperanza
hoy nos toca conservarla
guardarla
atesorarla
para el momento justo
en el tiempo preciso
cuando vuelva a asomar al sol
la cara de los pueblos
resuenen sus cantos
la depositaremos
allí
en esa tierra fértil que aun espera.
"¿Qué tal linda?. ¿Recordás estos versos? Sin
duda. Comencé la cana enviándotelos y me acerco al fin de ella,
al parecer, cerrando un ciclo, con las mismas palabras. Como ya sabés,
mi situación en lo que hace a la salud sufrió un bajón
violento, los médicos claro, no se entregan (y yo tampoco, por supuesto),
pero sería esconder la cabeza no reconocer que ha entrado en un nivel
de gravedad alto, muy difícil de superar. Mi cerebro sigue siendo el
mismo amigo fiel y sereno que me ha acompañado en los momentos más
peliagudos, sin alterarse, garantizándome siempre un estado de ánimo
adecuado a cada circunstancia. Por eso no te voy a dar más detalles del
problema salud salvo el confirmarte que es posible que haya entrado en la etapa
de una metástasis generalizada. Bueno, a nosotros. Tus palabras me hicieron
muy bien pues confirman lo que esperaba de tí. No puedo menos que dar
gracias a la vida que me ha dado tanto a los Alanices, espejo representativo
de nuestro pueblo con todas esas características de solidaridad intuitiva,
con todas esas posibilidades de desarrollo frustrado por un régimen que
no les permitió cultivarlos y aún con las desviaciones que el
mismo les imprimió, me dio a ambos viejos con sus claroscuros tan representativos
también; me permitió conocerte y caminar contigo de la mano creando
a cada paso nuestra pareja tan concreta, tan plena, tan real y realizadora,
tan poco teórica, y me dio a Raúl y a los gurises. No es poco,
si a ello le sumamos la felicidad en su grado más alto: aquél
que se alcanza cuando somos conscientes de estar realizando nuestras potencialidades
al máximo, como hombres y como militantes, y ello sin falso idealismo
del pasado, rodeados de fracasos y frustraciones a veces, en medio del infierno
de la tortura, otras, pero siempre alboreando para mantener la fe en el hombre
y en nosotros mismos como tales, o con la certeza de que detrás nuestro
comienzan a caminar quienes ocuparán nuestro lugar, si es que hemos quedado
en el camino. Si cuando convivimos juntos te valoré, estos años
han sido mi permanente superarte en mi aprecio al ver de qué manera notable
te ibas superando en medio de la lucha. En nombre del respeto que ese aprecio
ha ido haciendo crecer en mí, me quiero comenzar a despedir, diciéndote
que sea cual sea mi suerte confío en que ese proceso continúe
y que tú, como compañera y como mujer, continúes no solo
apostando a la vida sino viviendo en toda plenitud, brindando y recibiendo esa
inmensidad de dones de que sos depositaria, tanto en el campo de la militancia
como en tu propia intimidad. Un beso, un abrazo y saludos. VENCEREMOS"
Del libro:
ADOLFO WASSEN
EL TUPAMARO
Escrito por Mauricio Rosencof
Hace pocos días supimos de las tres últimas horas del Nepo. Lo
tenían en una celda de 2 X 1 en el Hospital Militar, solo. Sobre las
diez de la noche sintió que lo rondaba el punto final, y salió
de la cama que sólo le dejaba libre un espacio de sesenta centímetros.
Alguien !e ordenó que se volviera a acostar. "Voy a morir",
contestó, "y la voy a pelear". Sobre la una de la madrugada,
cuando semiinconsciente se daba contra los muros, lo acostaron. Había
dado su última batalla. En una organización de hombres lúcidos
y de temple (Raúl, el viejo Julio, el Inge, el Ñato, Pepe), el
Nepo descollaba. Hoy que todos, los que nombré y los que no, bregamos
por dotar al Movimiento de Liberación Nacional (Tupamaros) de una estructura
unida y férrea con la que el aguerrido pueblo uruguayo pueda contar para
plasmar esa sociedad en que "los más infelices sean los más
privilegiados", su presencia de revolucionario íntegro nos ilumina.
Como iluminan Sandino y el Che los caminos que día a día se siguen
abriendo en una América única, que hoy tiene sus trincheras de
vanguardia en las selvas de Nicaragua, el Salvador y en "el largo lagarto
verde" de las aguas caribeñas, la respuesta a la duda: se puede.
Condenado por un cáncer que nunca fue tratado, el Nepo inició
desde su sombrío nicho del Hospital Militar una huelga de hambre. A nada
podía aspirar ya para él. Lo sabía. Tanto, que su frase
de aquellos días es hoy -tiene que ser hoy y para todos- la consigna
que marca a fuego la lucha por la unidad combatiente de todos, tupamaros y pueblo,
por la meta definitiva. "Aún puedo hacer algo por los compañeros",
escribió en una carta clandestina a todos dirigida. Si cada acto nuestro
de cada día estuviera signado por ese indomable espíritu guerrillero
y fraterno, ese que campea desde las páginas del Evangelio hasta las
del Manifiesto, el Nuevo Pacto por un destino mejor y común lo estaremos
tocando con la punta de los dedos. Sea entonces, hoy por hoy, nuestra cifra:
"AUN PUEDO HACER ALGO POR LOS COMPAÑEROS".
I
Cargando en un solo viaje, colchón, mantas, balde, ropa y qué
sé yo, hicimos, hicimos, de a uno, desde "la isla" -sala de
disciplina del penal de Libertad- hasta una sala vacía del celdario,
felices y fatigados, el recorrido al 1o. B. Todo el piso para nosotros: éramos
9, llegamos 8. Nos desparramaron celda por medio, incomunicados todavía
desde mediados del 73. Corría julio del 84. Tiempo después, cuando
pudimos hablarnos, pasado ya el largo silencio, recordamos ese día en
que los 8 hicimos lo mismo: nos plantamos frente a la ventana enrejada y allí
echamos raíces, deslumbrados por el mundo lejano y recuperado: nubes,
pájaros, los compañeros, los colores, flores. Hacía doce
años que no teníamos una ventana que nos comunicara con la realidad
exterior, ésa de la que todos llegamos a dudar. El Nepo no lo llegó
a ver. Por esos días ya estaba internado. Nos sentíamos nuevos
ricos. Cama, mesa y banco en hormigón, agua corriente a discreción,
pileta, y lo que más impresionaba, ese trono romano que uno podía
regar cuantas veces quisiera. Sin embargo conservaba, vaya uno a saber por qué
reflejo, la cantegrilera lata de dulce de membrillo. querida y herrumbrada,
que en algún calabozo me había recetado el médico de la
Unidad y que guardaba bajo la cucheta. El Pepe hacía lo mismo con una
pelela de plástico anaranjada que en su origen tenía estampado
un Pato Donald. Se la había dado, como a mí la lata, en el 7o.
de Caballería en Santa Clara de Olimar, y por las mismas razones.
La retención obligada de las aguas menores, como diría el Quijote,
nos había debilitado el esfínter. En alguna oportunidad, salpicando
de humor los días sin gracia, habíamos imaginado con el Ñato
que las caballerías gauchas nos venían a rescatar de los nichos
de Santa Clara, donde en tiempos de patriadas habían campeado balo el
mando de Lamas y Aparicio, y a los tientos del pangaré que montaba el
Pepe, veíamos anudada la heroica pelea, sustituyendo la vihuela o la
lengua ahumada. Pepe guardó hasta su salida la delicada pieza que no
frotaba para evitar el desgaste (que se la renovaran era una lotería),
y se la llevó con tierra y unas caléndulas que él mismo
cultivaba por terapia, solo, en los canteros del Penal. Una mañana me
volvió a saltar el corazón. Abrieron la puerta y el Sargento me
ordenó sacar todas mis cosas de la celda. Tuve que orinar antes de cumplir
la orden. "Traslado", pensé. Ese de rigor que se producía
cada cuatro, cinco o seis meses. Vivíamos en vilo. Cada traslado significaba
empezar de nuevo. Embolsados, alambrados, nos arrojaban en la caja de un camión
que nunca vimos y allí ibas a ceder a otro calabozo, sabe Dios dónde.
Empaquetábamos de apuro cobija, tabaco, lata, y a otra cosa. La incertidumbre
te cosquilleaba en las vías urinarias y había que descargar lo
que en el viaje no se podía. Cuando el Sargento me hizo sacar las cosas
de la Celda 13, sentí que todo empezaba de nuevo. Pero se trataba de
otra cosa. Cuando amontoné los bagayos en la planchada, abrieron la Celda
15. Allí vi, desparramadas, las pertenencias del Nepo, donde destellaba
en colores la inconfundible manta tejida por las compañeras de Punta
de Rieles. Esa la había hecho Sonia. Hice la mudanza de la 15 a la 13,
que quedó clausurada, y acomodé mis bártulos en la 15 del
Nepo. Pensé, mientras lo hacía, que el Nepo ya no las necesitaba.
Mientras ordenaba mis cosas, vi que no lo había trasladado todo. Sobre
una repisa quedaba un caracolito y una trenza de cuerina. En el caño
de la pileta, un trapo de piso hecho con un pedazo de manta vieja .
Como en el caleidoscopio comenzaron a danzar la« imágenes del Nepo
nítidas las recientes, empañadas de tiempo aquellas del muchacho
de ojos vivos y bien peinado, que tanto podía exponer con clara locuacidad
cualquier problema político como capitanear pistola al cinto, las más
riesgosas de las empresas.
II
Al llegar a la isla comenzaron por llenarnos el plato, lo que se nos antojaba
toda una fantasía, y nos autorizaban una caminata diaria de media hora
a la sombra, bajo el celdario. Nos sacaban de a dos, trillando en espacios distintos,
y nos iban alternando de tal manera que al cabo de diez días nos vimos
las caras todos. En una de ésas me tocó con el Nepo.
Se había dejado el bigote, tenía la misma mirada asombrada y serena
de siempre, y en la cabeza rapada, bajo la gorra que se quitó para que
lo viera, una enorme cicatriz que Íe cruzaba el cráneo y hacia
un ángulo en la nuca. Zapatones negros y esa gorra a cuadros que finalmente
me iba a dejar en herencia. Los zapatos me quedaron chicos y hoy los usa el
Cristo Olivera. De la gorra, que con los demás me entregara Sonia, no
me separo. El uniforme gris de reglamento le quedaba grande por lo flaco y sobre
el corazón lo etiquetaba el número reglamentario: 812. El mío
era 813. Nos miramos de lejos, sin poder hablar. Buscábamos antes que
nada los indicios del equilibrio síquico, ésos que se detectan
primero en la mirada. SÍ apagada, la cosa no andaba bien. Pero echábamos
chispas. Firmeza al andar, verticalidad del torso. Entramos a trillar suave
a pesar del frió para pastoriarnos bien. Entonces yo apreté el
paso con energía y él hizo lo propio. Era una manera de comunicarnos
el grado de integridad. Fue recién entonces que nos hicimos esa seña
carcelera del índice y el pulgar extendidos y horizontales bajo la nariz,
esa seña que de tanto uso tiene voz: "bien". El Nepo, con un
cáncer atormentándole la cabeza, hacía la seña de
"bien".
III
Una mañana nos reacomodaron en los calabozos de la Isla y quedamos celda
por medio. Fue una fiesta. Entró a cantar: primero el "Ay, Susana,
Susana dónde estás". Me preguntaba así por Aquélla.
Luego un breve poema mío que había musicalizado Engler:
Veo pasar por la clara
savia de abril la ternura de los que hundieron en tierra su quilla aquel catorce.
Fue en un abril de sol de bronce
abril como el de hoy abril de entonces.
Después vino "El Sapito Manuel", "Cipó-cipó",
canciones que él creara en texto y música, entre tabaco y mate
en el fondo de los calabozos. Le retruqué con algunos tangos que, en
algunos días lejanos, vino en mano, habíamos entonado juntos.
El Pepe, que era el tercero en esa ala, no andaba bien y se inquietaba. Suspendimos
los cantos. Pero cuando nos sacaban, un día a cada uno, a hacer fajina
en la planchada, nos sacudíamos la puerta de la celda con el lampazo
o, si el guardia se distraía, tarareábamos con los nudillos en
la chapa la tonadita clásica que, como el gesto, indica "bien":
ta tatarata tá tá.
Todos los días el médico lo venía a ver. Por primera vez
tenía una asistencia metódica. Le estaban haciendo los análisis
y yo pescaba algo de los diálogos. "La semana próxima -le
dijeron un día- va para el Hospital", para no recuerdo qué
cosa. Ya le habían extraído sangre. La herida de la operación
le supuraba y dos por tres pedía que lo sacaran unos minutos a la puerta
de la Isla para que el sol le secara la cicatriz. Hacía gimnasia todos
los días y se bañaba en el chorro de agua fría del excusado
del calabozo. Una vuelta pidió que le cambiaran el colchón de
polyfom, que le producía dolores, por uno de lana. No sé si se
lo dieron.
Hasta la mañana aquella, que no fue de "la semana que viene",
en que le vinieron a avisar que juntara útiles de higiene y una muda
de ropa. Lo llevaban al Hospital de apuro. Era un mal agüero y él
lo entendió así. Entonces me cantó la despedida mientras
juntaba sus cacharpitas. Sin dramatismo, nítido, casi alegre, fue desgranando
los versos:
"Adiós muchachos, compañeros de mi vida, barra querida de
aquellos tiempos..."
Lo escuché con bronca y estuve a punto de retrucarle con el "Volvé
de tardecita". Pero algo, que sé yo, me dijo que ni cabía
ni lo precisaría. Cuando se lo llevaron quedó flotando la última
frase de su tango. Después, nunca más.
IV
"Sí, en realidad, con ustedes teníamos que haber hecho jabón",
dijo el teniente coronel Conti en su despacho de Comandante del Regimiento de
Caballería Blindado No. 2. Tenia ante él un hombre joven, menudo,
fuertemente custodiado, convalesciente de la primera metástasis en el
cuello. Corrían los últimos días de mayo del 83.
Lo de la custodia fuerte estaba muy bien. Yo las conocía: cuatro soldados
con carabina, perrero, sargento, cabo y los inmaculados oficiales con 45 al
cinto. Esposado con las manos en la espalda, capucha. Y digo que estaba bien
porque aquel estudiante de derecho, aquel bravío militante revolucionario,
era, en cualquier lugar y en cualquier situación un jefe Tupamaro. Ya
se les había fugado una vez desde Punta Carretas, en la proeza del "Abuso",
junto con cien y pico de compañeros, por un túnel hecho a garra
y ganas. Pero también lo había intentado, ya como rehén,
desde Colonia, aprovechando una distracción de la guardia: saltó
por una ventanita de nada, a la que estaban reparando la reja, hacia la Plaza
de Armas, donde lo balearon por los cuatro costados. El Nepo era de temer. No
era la primera vez que sentía el ruido de las balas. Una vuelta, en una
acción, lo balearon, y herido respondió en el mismo tono al ataque.
Sangrando, caminó ocho cuadras, atravesó una feria vecinal y sólo
cayó desmayado cuando atravesó el umbral del cantón. Y
en ese peregrinaje infame por los calabozos, escapó por un pelo a la
bala de carabina que "se le había escapado a un guardia" y
a una ráfaga de Thompson que manipulaba un Sargento y que dejó
dos buracos en el muro donde un segundo antes hacía "recreo".
"Todavía me funcionan los reflejos", escribió en una
carta clandestina narrando el hecho.
En el Regimiento "Pablo Galarza" hizo su interminable convalescencia.
Así describe el tratamiento del comandante Conti: "Llegué
a pasar cerca de cien veces entre 40 y 70 horas sin ir al baño, soportando
Emanaciones tóxicas del balde al fermentar las materias fecales y viviendo
en medio de un aire tan viciado y un olor tan nauseabundo que me provocaba permanentes
malestares estomacales que me impedían comer o me provocaban vómitos.
Aparte de eso, el balde se llenaba y tenía que usar diferentes recipientes:
palanganas donde lavaba el menage y, en determinado momento, me vi obligado
a defecar en el plato donde comía, porque si lo hacía en el suelo,
luego iba a tener que soportar permanentemente el olor, como me sucedió
en Colonia, donde durante meses me obligaban diariamente a orinar en el piso
del calabozo. Al no salir al recreo o salir 5 ó 10 minutos, el calabozo
nunca dejaba de tener un aire viciado permanente. Era tal el olor que salía
de los recipientes que varias veces los soldados apostados debían pedir
relevo por descomponerse del estómago, y eso que ellos estaban al aire
libre... Otro índice estadístico: durante todo el primer año,
tomé, en total, dos horas de sol".
Y este hombre que narra con sencillez su tragedia, no olvida a sus compañeros
de peripecia: "Pero al Bebe lo tuvieron y lo tienen diez años con
una hernia inguinal, a Manera más de un año con un cálculo
en la vejiga (en ambos casos sin preocuparse para nada), al alemán Engler,
nueve años con el bocho alterado y casi sin alimentarse ... En fin, mi
caso no escapa a la línea general. Nos tendrían que haber hecho
jabón ...".
V
Cuando Sonia supo que el Nepo agonizaba, lo quiso ver y no se lo permitieron;
entonces, la militante que salió con la amnistía, para seguir
siendo militante, tuvo que simular una apendicitis en Punta Rieles para que
la internaran en el Hospital Militar y así poder aproximarse, muro por
medio en el baño de los presos, al Nepo, ya sentenciado. Dolores abdominales,
vómitos, diarreas, 38 de fiebre a fuerza de agua caliente. Todo eso para
dar cuatro golpecitos en la pared que los separaba. "Fue la última
vez que hablamos sin censura", me contó Sonia. Solo nos decíamos
"te quiero".
Hace pocos días alguien se comunicó con Sonia para narrarle las
últimas horas del Nepo. Esas en las que peleó a la muerte.
Cosas del Nepo ... Se sintió morir y entró a trillar. "La
estoy peleando". Lo acostaron igual. A los 15 minutos, comenzó otra
historia. O la misma. "En cualquier momento -dice una carta, hablando de
su soledad forzada- podía poblarla de infinidad de recuerdos y amigos,
de compañeros y compañeras con los que "charlar" y revivir
momentos de toda clase, o simplemente dejarse henchir por esa cadena de solidaridades
que componían presos y no presos, gente que ahí o en cualquier
parte continuaba la lucha, su lucha, nuestra lucha". Es la herencia que
nos deja, que deja para lodos: la lucha, su lucha, nuestra lucha.
TESTIMONIO
(PRIMERA PARTE)
Sonia Mosquera
Hacía muchos meses que no recibía carta de Wassen, pero era muy
irregular la correspondencia. En febrero del año 1981, me entero de su
enfermedad a través de una carta que recibo en la cual da por sentado
que yo conozco determinados síntomas, que él tiene deteriorada
su salud, y que evidentemente me los había indicado en cartas anteriores
que nunca me llegaron. El me reitera -de todas maneras- suponiendo que yo no
recibí esas cartas, que a partir de octubre del año 1980, comienza
a sentir dolores en el cuello y al mismo tiempo comienza a sentir una inflamación,
explicándome detalladamente el lugar donde se encuentra: en el lado izquierdo
del cuello, más bien hacia la columna. Me dice en la carta que el médico
de la unidad está tratándolo con antiinflamatorios. Se encontraba
en ese momento desde mayo del 80 en el Batallón de Ingenieros No. 3 en
Paso de los Toros.
Por entonces no conocía el nombre del médico de la unidad y, posteriormente
no pudo llegar a saberlo. Por otra parte, en las cartas no pueden mencionarse
nombres. Desde octubre cuando aparecen los síntomas, hasta febrero cuando
yo recibo su carta, durante esos meses los dolores persistieron y me cuenta
que cada vez le dan analgésicos más fuertes que le calman algo
el dolor. Me dice que la inflamación es un bulto, que no tiende a desaparecer,
que no baja, sino por el contrario se mantiene del mismo tamaño. En los
meses de marzo y abril no recibo cartas de Adolfo. Es a fines de abril, en la
visita de niños, que me entero por mi hijo que Adolfo está internado
en el Hospital Militar desde el veinte de abril.
A los pocos días recibo una carta desde el Hospital Militar en la cual
me dice que frente a la persistencia del bulto y a determinados trámites
que hizo la familia frente a la Cruz Roja Internacional y otros organismos,
se pudo lograr presionar de manera que fueron a verlo tres especialistas al
cuartel. "Ellos (me dice en la carta) son los que determinan la internación",
e inmediatamente lo internan. En esa carta, que me llega unos cinco días
después de la internación, él no tiene aún ningún
resultado, le acababan de hacer una biopsia, pero de alguna manera ya presiente
que se trata de una situación que no es nada fácil.
El médico le habla de un tumor, anticipándole la posibilidad de
una intervención quirúrgica, sea de la índole que sea ese
tumor. La tercera carta que recibo es posterior a la intervención quirúrgica.
Lo operan el 6 de mayo de 1981 y recibo la carta a la semana siguiente, escrita
dos días después de la operación, o sea, el 8 de mayo.
En esta carta me dice que se verificó que era un tumor maligno; lo que
me llama la atención es que él me pone de "malignidad leve
pero con la característica de que es un fíbrosarcoma". Todavía
no tiene el resultado de la Anatomía patológica. Lo que me cuenta
es que la intervención duró varias horas. El corte fue de treinta
centímetros, desde el cuello hacia la mitad de la espalda, que le sacaron
cuatro apófisis de las vértebras cervicales, y no tuvieron necesidad
de sacarle el músculo trapecio -que es el que sostiene el cuello en la
parte de atrás y permite la movilidad de la cabeza- que era uno de los
riesgos que podía correr, pues según le había explicado
el médico, dada la cercanía que tenía el tumor con el músculo,
posiblemente habría que sacarlo. En la operación participan tres
especialistas: un cirujano, un traumatólogo y un oncólogo. En
ese momento todavía no hay posibilidades de diagnosticar en perspectiva.
El tumor fue desalojado, le hicieron una limpieza general y posiblemente le
darían aplicaciones de cobalto.
Y ese fue el siguiente paso del tratamiento en la medida que nunca se sabe que
tipo de invasión han tenido las células malignas en el organismo.
La explicación que le dan es muy simple, para mí es un diagnóstico
muy insuficiente, en la medida que Adolfo no tiene conocimiento de medicina,
está solo, aislado, en el hospital, en e! cuartel, no tiene posibilidades
de consultar más allá de lo que puede razonar por sí mismo
y de los síntomas que tiene.
En esa carta me plantea que es un problema de plazos, que le van a hacer el
tratamiento adecuado y que si en dos o tres años ese tratamiento da resultado
lo más probable es que tenga cura porque hubo posibilidades de intervención
quirúrgica, que siempre es la solución más radical y la
mejor.
Le mandé preguntar cómo se llamaba el oncólogo y la respuesta
fue Glaussius. El tratamiento de cobalto comienza más o menos al mes
de operarlo. a mediados de Junio. Durante ese tiempo permanece en el hospital,
aislado en un calabozo. Al principio recibo cartas con bastante frecuencia del
hospital, después no, se empiezan a distanciar. Creo que hay un interés
de parte de ellos de que me entere que Adolfo tiene cáncer; hay un manejo
por la situación conmigo. Los métodos represivos que usaban en
los penales siempre trataban de sacar partido de los problemas personales. Durante
ese período hay una notoria y permanente observación de m¡
persona y un interés de que me lleguen las cartas, un interés
de que yo esté al tanto de que Adolfo tiene una enfermedad grave, que
tiene cáncer, que hay un riesgo de muerte. Hay un interés de observarme
frente a todo eso. Creo que es el motivo por el cual las cartas me llegan. A
mí me sirven esas cartas para ir siguiendo de alguna manera cuál
es la situación de él, aunque el objetivo de ellos es otro. A
mediados de junio entonces, comienzan las aplicaciones de cobalto, las que duran
un mes y medio. Del hospital tienen que trasladarlo a un instituto de oncología.
Lo llevan con un brutal aparato de seguridad. Casualmente el día que
lo trasladan, una compañera llegaba al hospital y vio cuando lo traían,
vio a Adolfo bajarse del vehículo. Era una camioneta blindada, totalmente
cerrada, solo con los orificios para sacar las armas, dos ambulancias y otros
vehículos y, por lo que vio, serían unos veinte o veinticinco
guardias.
Después de las aplicaciones de cobalto empiezan con el tratamiento de
quimioterapia.
Los médicos del instituto de oncología, que ya no son los médicos
militares, sino los médicos de ese instituto, le dicen a Adolfo que la
solución quirúrgica y las aplicaciones de cobalto pueden garantizar
un 75%, si en dos años no se repite el tumor. Comienza el tratamiento
con los citostáticos. En esta primera etapa, desde el 20 de abril hasta
el 17 de octubre de 1981, Adolfo permanece en el hospital militar. Según
el tratamiento indicado por Glaussius, se le deben administrar citostáticos
cada tres meses durante dos años.
En octubre cuando a él lo trasladan al cuartel, a mí me internan
en el hospital militar por problemas de columna para hacerme fisioterapia.
En la sala hay una compañera tratada por un problema oncológico
y se da que Glaussius asiste a la sala. Lo abordo, me presento, le digo quién
soy, entonces él tiene una actitud muy reticente, no quiere contestarme,
e incluso en determinado momento se pone a pensar de quién le estoy hablando,
cuál es su paciente. Tengo que recordarle que se trata de un preso que
está solo, aislado, que lo tienen en los cuarteles. Le insisto mucho,
le pregunto si él conoce las condiciones en que vive Adolfo, que él
tiene toda la autoridad y toda la responsabilidad para decirme cuál es
su diagnóstico, y soy la esposa de Adolfo, que tengo el derecho de preguntarle,
que estoy presa y mi marido tiene una enfermedad que está lindando con
una posibilidad de muerte, posibilidad de la que soy absolutamente consciente.
Contesta que no se puede dar información ni a familiares ni a las personas
que se quieran interesar por su salud, y que al ser yo un familiar más,
no me puede dar información. Le vuelvo a insistir y termina diciéndome
que la situación de Adolfo no es grave, que ha reaccionado muy bien a
los citostáticos. Luego yo me entero que no fue así, que tuvo
una reacción inmediata de rechazo al tratamiento con vómitos y
diarreas. Al poco tiempo recibo una carta de Adolfo donde me cuenta que pasó
mal, que inclusive tuvieron que darle oxígeno y una transfusión.
El 13 de octubre comienzan a darle citostáticos y el 17 lo llevan al
cuartel de Durazno en condiciones de vida terribles.
TESTIGO
Jorge Manera Lluveras
En mayo de 1980, nos llevan a Paso de los Toros, al cuartel, a Wassen, a Engler
y a mí. Anteriormente habíamos estado en cuarteles separados y
es en esa oportunidad en que nos juntan a los tres.
Estamos en un local donde hay diez pequeños calabozos. A nosotros nos
tienen en calabozos separados y distanciados unos de otros. Las puertas -de
dichos calabozos- son de rejilla de madera, por lo que permiten escuchar perfectamente
todo lo que pasa en los demás. Aunque estábamos incomunicados,
no nos permitían hablar, a pesar de eso, en algunos descuidos de los
guardias algunas palabras podíamos cruzar, e inclusive yo oía
conversaciones de los otros compañeros, en particular de Wassen con los
guardias o con autoridades a quienes él planteaba su problema, el caso
concreto de su enfermedad.
Cuando llegamos a Paso de los Toros, él ya sufría dolores intensos
en la nuca y zona cervical. Había pedido asistencia médica pero
le habían restado importancia. No sé exactamente si le habían
hecho algún diagnóstico en el otro cuartel, creo que no. Cuando
ingresamos al cuartel, hay un control médico, el cual se da siempre a
la entrada y salida, es decir cuando nos hacían traslados. Adolfo plantea
sus problemas y el diagnóstico que le hacen es contractura muscular y
en base a ese diagnóstico es que lo empiezan a tratar dándole
medicamentos, desconozco cuáles. Los dolores siguieron durante mucho
tiempo, meses, intensificándose cada vez más. En determinado momento
comenzó a tener una inflamación en la zona cervical que fue creciendo.
En ese momento cambia el diagnóstico, le dijeron que lo que tenía
era un proceso infeccioso y empezaron a tratarlo aunque no conozco exactamente
qué medicación le daban. Nosotros no llegamos a oír los
nombres de los médicos del cuartel. Uno de los enfermeros era de nombre
Moreyra y habían otros dos, pero no recuerdo sus nombres. La inflamación
continuó agrandándose, llegando a tener un aspecto deforme. Yo
a veces lo podía ver, sin hablar, pero se lo podía ver fugazmente
al cruzar por la celda donde él estaba y, la inflamación llegó
a tener las dimensiones mas o menos de una naranja o de una pelota de tenis.
Tal es así, que tenía que estar con la cabeza inclinada, no podía
enderezar el cuello. A esa altura ya padecía dolores muy intensos desde
hacia ya mucho tiempo. A veces le daban inyectables para calmarle el dolor,
hasta que en abril del 81, o sea un año después del ingreso allí
y, tal vez un año y medio después que empezó a sentir los
síntomas, lo llevaron al hospital militar. Allí estuvo aproximadamente
un mes y medio o algo más, quizás. Cuando vuelve, supe que le
hablan extraído un tumor, que le habían hecho cirujía y
tratamiento con bomba de cobalto y quimioterapia. Vuelve sintiéndose
bien, aunque muy debilitado; había perdido un poco los movimientos de
la cabeza, pero tendía a recuperarse. Trae la indicación de hacer
tratamiento de quimioterapia y bomba de cobalto, para lo cual tenían
que llevarlo al hospital periódicamente, cada cuatro o seis meses. Tenían
que llevarlo -teóricamente- por indicación de los médicos
del Hospital.
A nosotros nos sacan de ese cuartel en mayo del 82, o sea diez meses después
de la operación. Durante ese período a él lo llevaron dos
veces al hospital, es decir que no cumplieron con los plazos estipulados, para
el tratamiento. Adolfo estaba en las mismas condiciones de vida que nosotros.
Las celdas eran pequeñas, eran divisiones hechas con bloques, dentro
de un galpón construido con chapas de zinc, muy antiguo y en muy malas
condiciones
Se llovían todos los calabozos; los días de lluvia tendamos que
taparnos con nylon, pues si no, nos mojábamos nosotros y todas las cosas
que teníamos dentro de la celda. Eran semi-subterráneas y muy
húmedas.
En esas condiciones estuvo desde que le dieron el alta en el Hospital, hasta
que nos retiraron de ese cuartel; inclusive uno de los muros, justamente el
que estaba frente a la celda de Adolfo, estaba siempre humedecido por filtraciones
del cuarto de baño -que se encontraba del otro lado de ese muro y a un
nivel superior al piso de los calabozos- de las aguas servidas, filtraciones
que mojaban el muro e inclusive el piso en forma permanente. En ese cuartel
las condiciones higiénicas eran pésimas. El tratamiento no se
cumplió, se hizo irregularmente. Cuando nos separaron, él se sentía
bien, había recuperado su estado físico general y no habían
aparecido aún las metástasis que se le produjeron luego.
Con Wassen no hicieron ninguna excepción, en lo referente a comidas o
trato de la guardia, él recibía el trato normal que todos los
presos. En mayo del 82 nos separan, y vamos a distintos cuarteles, Wassen queda
solo en el cuartel de Durazno.
Yo estuve en una oportunidad en Durazno, fue un traslado que nos hicieron por
veinticuatro horas por motivos que no conozco. Pude intercambiar algunas palabras
con él. Eso fue bastante después, a mediados del año 83
y en esa oportunidad él me informó que lo habían operado
por segunda vez. Ya se sentía mal, posiblemente se deba a que se manifestaban
nuevas metástasis. Como en dicha oportunidad pude hablar muy poquito
con él, simplemente pude saber que lo habían operado pero no supe
en qué condiciones le estaban haciendo el tratamiento. En Durazno el
local es un poco mejor, pero las condiciones de vida son muy malas; en ese cuartel
no dan recreo y el aislamiento es total, en un calabozo con luz artificial -como
en todos lados- y en el resto de las condiciones es más o menos igual
que en los demás cuarteles. Que yo sepa, con él no hicieron ninguna
excepción.
TESTIMONIO
(SEGUNDA PARTE)
Sonia Mosquera
La condición de rehén está vinculada a su situación
de salud, al tratamiento indicado que no se cumplía porque en definitiva
se le aplicaba la técnica militar. El tratamiento era indicado cada tres
meses pero no se cumple nunca. Hay períodos en que pasa de seis a ocho
meses sin recibir tratamiento.
En una oportunidad llega al hospital después de muchos meses (se supone
que temía que ir en junio y lo llevan en enero o febrero) y Glaussius
está de licencia por lo que lo atiende Kasdorf, que es otro oncólogo
que trabaja en el mismo equipo de Glaussius en el Militar.
Kasdorf le dice que es una barbaridad, cómo no lo trajeron, usted tenía
que haber venido, no puede ser. Adolfo le dice: "Yo no decido, estas cosas
las deciden ustedes, son los médicos los que tendrían que insistir
para que me trajeran". El le dice que no, "no tenemos la responsabilidad,
es del cuartel de las autoridades militares de la unidad, vamos a hacer una
cosa, yo le voy a dar dos dosis juntas de citostáticos para compensar
el que no lo hayan traído en el tiempo correspondiente".
Le daban un "cóctel", ya que le duplicaban la dosis de medicamentos
tan agresivos. Esto lo cuenta Adolfo en la carta.
El tratamiento fue hecho en estas condiciones, con total irregularidad, sin
traslados al hospital, Jamás fueron cada tres meses. Todo esto fue desde
el año 1982 hasta junio del 83. En abril del 82 lo trasladaron al cuartel
de Durazno.
Va corriendo el año 83 y en marzo él se nota del otro lado del
cuello, del lado opuesto al operado, un pequeño bulto. Se lo nota haciendo
gimnasia de cuello, espalda y hombros, ya que por la operación tenía
que mantener en movimiento los músculos. Toda esa zona le había
quedado muy sensible. Inmediatamente pide médico; el médico de
la unidad que tampoco conozco el nombre- le dice que puede ser un problema de
inflamación de ganglios, y le da antiinflamatorios. Había estado
con dolor de garganta y algunos problemas de escema de piel que tampoco le dieron
importancia. Lo mantienen quince días con antiinflamatorios y enseguida
viene la orden de internarlo.
Lo internan, lo ve Glaussius y le dice que hay que intervenir inmediatamente,
que es otro tumor pero, que es más superficial que el anterior. Le apareció
del lado derecho del cuello, debajo del lóbulo de la oreja, de un diámetro
de dos centímetros, del tamaño de una bolita. Glaussius le dice
que está totalmente encapsulado a nivel superficial, entre la piel y
el músculo y que piensa que va a ser una operación sencilla, es
completamente distinto al tumor anterior. Lo interviene sacándole el
tumor.
El tratamiento -si se hubiera hecho cada tres meses, con la regularidad indicada-
incluía también el control permanente de pulmones, hígado
y demás órganos vitales. Esto era necesario para ver si no había
invasión de células malignas. Cada vez que lo internaban le tendrían
que haber hecho un control. En esa oportunidad le hacen un chequeo general,
y según lo que le dicen, él no deduce que haya ningún tipo
de infección en otro órgano.
Estamos en mayo, 28 de mayo de 1983, después de la segunda operación.
El tratamiento con citostáticos sigue siendo irregular, a pesar de que
ya hay metástasis -se considera metástasis en la medida que aparece
otro tumor- y por tanto hay posibilidades de que tenga tomado cualquier otro
órgano.
En enero del 84 le retiran el tratamiento con citostaticos, pues el médico
considera que había llegado a una dosis tope y de seguir suministrándoselos
podía producirle problemas cardíacos, pero quedó estipulado
que cada tres meses le llevarían a hacerle los controles de placas y
análisis.
En abril del 84 lo llevan al penal de Libertad y en mayo lo internan para hacerle
el control.
Adolfo encuentra que tiene el vientre demasiado abultado, está hinchado.
Le habían hecho placas y un enzimograma hepático y los resultados
fueron normales. El médico que le revisa le dice que es una inflamación,
preguntándole qué había comido. Adolfo le dice que en el
Penal le dieron polenta y a ello el médico le dice que la inflamación
se debía a la polenta.
Adolfo empieza a sentir dolores, e insiste hasta que le hacen una laparoscopía
-consiste en una pequeña intervención para poder mirar el hígado-.
Hasta ese momento no se habían planteado hacer una tomografía
computada - que creo que es lo que generalmente se hace en estos casos- para
determinar con mejor precisión si hay metástasis o no. Se detectaron
tres tumores visibles en el hígado y aparecen dos tumores en el pulmón,
hecho que ocurre en junio del 84.
Por tercera vez es Adolfo quien se descubre los tumores ya que los médicos
no van al lugar donde puede haber metástasis. Glaussius decía
que era, la inflamación del vientre, por las comidas y es Adolfo quien
insiste, pues se da cuenta que los síntomas no son los de una inflamación
común, sino que hay algo más, algo raro. Desde enero -cuando le
dejan de suministrar citostáticos- al mes de mayo, no recibe tratamiento
ni control alguno, apareciendo al momento de ser internado las metástasis
generalizadas por lo que ya no hay posibilidades de operación ni de nada.
Ellos consideran que hay que seguir dándole citostáticos a los
que Adolfo continúa reaccionando negativamente, con vómitos. Aquí
empieza la etapa final, etapa en la que con relación a la atención
médica no habría nada más que decir, ya que la situación
era incurable, de proximidad de muerte.
No se sabe cuál es el plazo, pero sí que no hay posibilidades
de salvación. El tratamiento con citostáticos continúa.
Las metástasis tienen las mismas características que el tumor
primitivo, que se llama Hemangiopericitoma maligno. Es un tumor muy raro siendo
los casos que se presentan con esa anatomía patológica muy pocos.
Incluso hay estadísticas de los países desarrollados de las que
surge que es muy extraño que aparezca ese tipo de tumor, no conociéndose
cuál es el tratamiento, el tipo de tratamiento que corresponde por la
falta de experiencia, dada la escasa frecuencia con que se presenta. Es un tumor
que evoluciona en forma lenta.
El médico le dice que a esa altura no es operable, que por supuesto el
hígado y el pulmón no se pueden operar, que la situación
es grave pero que la posibilidad de alargar el tiempo de vida a través
del tratamiento con citostáticos existe. El 27 de junio del 84 soy internada
en el Hospital Militar con un diagnóstico que podía ser apendicitis.
Mi situación en lo personal es bastante difícil, pues la sala
en la que estoy tiene una pared lindera con el calabozo donde está Adolfo
y me entero de muchas cosas. Es importante destacar que el hospital es un lugar
donde permanentemente y en especia! de noche, la guardia hace mucho ruido. Es
una pared muy finita la que separa el calabozo de la guardia. Llevan grabadores
con cassettes con música y escuchan fútbol a todo volumen. Muchas
veces él golpea y tiene que llegar a patear la puerta del calabozo para
que lo lleven al baño. No tiene baño el calabozo, lo tienen que
trasladar al baño de la guardia o a uno de la primera sala de compañeros
presos. Adolfo está permanentemente en un estado de tensión, es
difícil para el enfermo mantener una mínima tranquilidad. Continúa
aislado y en medio de ese ambiente que le hace muchísimo daño.
Nos molestaba muchísimo a nosotras, que no estábamos solas, que
éramos unas cuantas en la misma sala, y no teníamos enfermedades
graves. Nuestra situación era también de tensión ya que
estábamos siempre pendientes de la presencia de Adolfo, que estaba solo,
sometido a transfusiones. El mismo día que yo llego al hospital, el 27
de Junio, le estaban haciendo una transfusión debido a que según
el resultado de un hemograma presenta una baja en los glóbulos rojos
y además, lo querían preparar para la aplicación de citostáticos
ya que el tratamiento le baja los glóbulos rojos, por lo que tiene que
normalizar el nivel de éstos, para que la situación no desemboque
en otra aún más peligrosa. A los pocos días entonces después
de la transfusión empiezan los citostáticos, y es ahí que
yo lo oigo por primera vez, fundamentalmente cuando va al baño. Afuera
dicen que yo haga una solicitud para ver a Adolfo. Cuando pregunto cómo
se hace el trámite me dicen que debo dirigirlo al capitán encargado
de reclusión. Yo estoy en el Hospital y desde allí hago la solicitud
la cual entrego el martes de noche. El miércoles de mañana a primera
hora viene la Dra. de Sala y me da de alta. Esto me hace pensar en tres cosas:
1o. - no quieren que tenga la visita desde el Hospital ya que estamos muy cerca
uno del otro; 2o. - no quieren darme la visita o 3o. - el hospital no quiere
responsabilizarse de contestar mi solicitud.
Al darme de alta me mandan a Punta de Rieles, el lugar donde yo estaba recluida.
Los análisis que me estaban haciendo quedan pendientes, no me dan ninguna
explicación. Como ha pasado en los casos de salud, los médicos
se manejan con órdenes militares. Me queda claro que a la Dra. le dieron
la orden de que me tenía que dar el alta. Ese mismo día, había
compañeras que tenían el alta desde hacía ya tres días
y no las venían a buscar, dejándolas internadas, cuando a mi con
los análisis sin terminar me dan el alta, y me llevan a Punta de Rieles.
En el Hospital tengo una visita con mi hijo que me comunica que Adolfo empezó
el 30 de junio una huelga de hambre por la Amnistía General e Irrestricta
y la vuelta de todos los exiliados sin restricciones y con total garantía.
El sabe que en ese momento ya estaba iniciada la lucha por la Amnistía
y se plantea entonces luchar desde esa situación para que esas dos banderas
puedan trascender su ámbito personal aislado hacia el conjunto del pueblo
uruguayo.
Su huelga de hambre desde un principio está planteada como una huelga
para sólidos, va a ingerir líquidos, no solamente agua sino también
leche y licuados. Por la situación en que está no se plantea una
medida suicida en el sentido de que la tenga que abandonar enseguida o la pueda
"quedar" enseguida. El no se la plantea con un ánimo inmediatista.
Hay una insistencia del médico porque necesita comer sólidos,
comer carne, comer sobre todo proteínas.
Yo me entero de esa huelga un día antes de que me llevaran al Penal.
Al llegar al penal, ese mismo día, vuelvo a hacer la solicitud para que
me otorguen la visita. Es miércoles, el único día de presentar
solicitudes.
Al otro día, el jueves, yo ya estoy en la celda con las compañeras
y siento por atrás los pasos de una oficial que me dice: "Mosquera,
su visita esta concedida".
Le pregunto cuándo voy a ir, y me dice que no sabe, pero que tengo que
estar pronta en cualquier momento, porque en cualquier momento me van a llevar.
Serían entonces las cinco de la tarde, y yo pienso que me pueden llevar
en una, dos, cinco horas o al otro día. Inmediatamente me apronto, en
la medida en que no me dan una respuesta clara y me dicen en cualquier momento.
Especialmente quedo "con la cabeza pronta " Pasa ese día y
no me llevan, pasa el otro día y tampoco me llevan, recién el
sábado de mañana me avisan quince minutos antes. El oficial que
estaba de guardia ese día fue conmigo al hospital, a su vez iba una policía
militar (soldado femenina). La revisación fue especial. Hacía
tiempo que no la teníamos, ya que hacía tiempo que no nos hacían
desnudar; me revisaron el pelo, las orejas, claro, iba a tener un contacto directo,
pero además aprovechaban porque era evidente que la situación
iba a ser bastante difícil para los dos. Hacía doce años
que no nos veíamos, y en una situación muy brava, ya que yo era
consciente que quizás era la última vez que lo vería como
también él iba a ser consciente de lo mismo.
Por eso adquiere una envergadura mayor este asunto de la revisación porque
mi cabeza estaba en otra cosa, y no en lo que la interferencia militar pudiera
suponer en ese momento. Estaba más en el plano afectivo, en todas la
contradicciones interiores que me producía una visita de ese tipo, toda
la sorpresa y la incertidumbre propia de una situación de visita después
de tantos años.
La visita se da en el lugar en que él vive, es un calabozo pequeño,
más o menos de dos metros por dos metros. No me permiten sentarme en
la cama, tengo que sentarme en un banquito y me obligan a mantener distancia.
Ahí se da una diferencia entre los dos, porque él acostumbrado
a estar en el aislamiento no sabe como manejarse, yo, acostumbrada a estar en
lo colectivo. Me mantuvo agarrada de la mano, sentada en el banquito pero muy
cerca de él, no mantuve ninguna distancia aunque querían correrme
contra la pared para que habláramos separados. No era una habitación
demasiado grande, pero no había ningún derecho después
de tantos años de no poder tener siquiera ningún contacto mínimo
afectivo. La cosa se resolvió un poco de hecho porque ellos no insistieron.
La presencia de ellos era muy importante, sobre todo en esa primera visita,
porque era un calabozo muy chico. Habían tres custodias escuchando, observando;
imposible hablar bajo, imposible hablar sin que ellos escucharan. Esa primera
visita fue muy tensa, ninguno de los dos sabíamos que íbamos a
tener otras visitas. Pensamos los dos que esa iba a ser la única, e incluso
él no sabía que yo iba a visitarlo.
Cuando él se dio cuenta yo ya estaba dentro del calabozo. Fue tremendo
porque el impacto emocional fue de parálisis total, de no saber qué
hacer, como estar soñando, de estar viendo visiones. Todo esto, para
él, ya que yo sabía que iba a verlo. Se dio como una situación
de nerviosismo, muy natural; en mi también pero distinta, yo sabia con
seguridad de que lo vería, pero para él se da así: le habían
comentado en algún momento, la familia, que se estaba tramitando una
visita, me decía: "sabes que me comentaban que se estaba tramitando
una visita, de que te iban a traer, pero yo dije: ¡qué la van a
traer a la petisa!, no, no la van a traer, eso es una cosa de manejo de la gente,
de sueños de la gente, de querer que se produzca, pero jamás -decía
él- me aferré a una certeza de que iba a ocurrir, y ahora que
te tengo acá y me parece que sos como un fantasma, como un sueño,
como algo que no es real". Bueno, los primeros diez o quince minutos fueron
de reconocimiento, incluso físicamente, lo que habíamos cambiado,
!o que no habíamos cambiado, como cosas más personales; y después
ya estaba en la huelga de hambre, le hice algunas preguntas de cómo se
sentía ya había adelgazado mucho, hacia una semana que estaba
en huelga de hambre. Había adelgazado de 62 a 50 kg. sí, ya había
adelgazado 12 kg. Le pregunté un poco más de la parte de la salud
concretamente y el me cuenta cómo se produjo la investigación
de la metástasis y que él mismo se la descubre, mientras que el
médico insiste por el lado digestivo. No me quiere hablar mucho de la
parte de la salud, me dice que sería esconder la cabeza, no querer ver
la realidad, que está en una situación muy grave, muy difícil
de superar, pero que no se rinde, que tiene esperanzas, que va a seguir peleando
la vida, a pesar de los tumores, que tiene una ventaja, todavía no siente
dolores, que se siente muy molesto cuando le hacen los tratamientos con citostáticos,
por los vómitos, que se siente muy débil. En ese momento él
comienza a sentir mucha debilidad por la falta de alimento, además le
empiezan a dar Gevral disuelto en agua, por las proteínas, pero le cayó
mal al estómago y lo tuvo que suspender. Me cuenta que sólo toma
licuados, la leche tampoco le hace bien por el hígado; de todas maneras,
la situación es bastante sorprendente, los resultados de los análisis
lo son, pues el nivel de transaminasas no alcanza todavía los niveles
de una hepatitis a pesar de los tres tumores que tiene el hígado. O sea
que la función del hígado no está limitada, a pesar de
los tumores, y con relación al pulmón, me cuenta que son dos tumores
que están bastante cercanos, o sea que en la medida que crezcan los dos
se pueden juntar, y el médico no le plantea la posibilidad quirúrgica
porque sería someterlo a una situación con la cual no mejoraría;
le plantea que lo más grave es el hígado y que lo único
que se puede hacer es el tratamiento de citostáticos más seguido,
cada mes y medio. Entonces le pregunto si no le indicaron una tomografía
computada, algo que lo pueda investigar mas en profundidad, más técnico.
Yo sé que en el hospital Militar no lo hacen, que lo tendrían
que trasladar a otro lugar, pero Adolfo me dice que no se lo han planteado.
Por otro lado me dice que el médico le insiste muchísimo en comer,
que se va a agravar su situación si sigue ingiriendo solamente líquidos
y que la única forma de elevar las reservas orgánicas en función
del tratamiento con citostáticos es mediante proteínas en forma
de sólidos. El responde que ya tomó una resolución en ese
sentido, que esa resolución pasa por algo que ya es público y
notorio, que no va a retroceder en ese sentido, y que no tiene más que
decir. Me cuenta que con el médico no mantiene discusiones largas con
respecto a ese punto, simplemente se limita a escucharlo.
En una oportunidad, un mayor de nombre Herrera, integrante del comando del hospital,
fue a decirle que se estaba matando inútilmente, que la medida que estaba
llevando adelante no tenía ningún eco popular, que era inútil,
que no servía para nada, que él estaba aislado, estaba solo, que
no tenía ningún valor, lo trataba de desmoralizar. Frente a todo
eso Adolfo guarda silencio, no le contesta nada, me dice que hace tiempo dejó
de discutir con los militares.
Pero tiene la otra campana por la visita de la familia que le transmite de inmediato
que la medida genera apoyo en todos los grupos políticos de la izquierda.
Por esa época la Cruz Roja Internacional, llega a Libertad y puede hablar
con los rehenes, menos con Adolfo que está solo en el Hospital Militar.
Creo que es la segunda semana de julio cuando llegan, por tanto Adolfo llevaba
como 15 o 17 días de huelga de hambre. Cuando llegan los delegados de
la Cruz Roja al hospital, les informan que la huelga de Adolfo es falsa porque
él no está en condiciones de comer pues su enfermedad no se lo
permite, que es una parodia. Esto mismo se lo cuentan los delegados, entonces
para demostrarles que no es cierto, decide comer. Los delegados de la CRI le
dicen que no necesita ninguna comprobación material del hecho, que ellos
simplemente se ven en la obligación de informarle lo que dicen las autoridades
del hospital, pero que ellos están convencidos que la huelga de hambre
es absolutamente cierta, le dicen que si come después de tantos días
de huelga puede hacerle mal. Le llevaron dos churrascos y puré, y Adolfo
ese día come todo lo que le llevan (después de haber estado quince
o diecisiete días tomando sólo líquidos), para demostrarles
que puede comer, para que quede absolutamente claro que no es ninguna parodia.
Bueno, en total la medida dura 31 días. La levanta el primero de agosto.
Durante ese período, ese mes pierde quince kgs. Las oportunidades que
tuve de verlo mientras él hacía la medida, me demuestran un convencimiento
muy importante de su parte. Adolfo piensa que la medida no es un suicidio, entiende
la medida como un recurso de lucha que tiene en ese momento. Se da una creciente
movilización del pueblo en torno a la Amnistía. Hay de hecho una
elevación en la movilización e incluso se entera de que empieza
a darse los viernes la concentración en Plaza Libertad. Esto le va confirmando
a él, que los objetivos de movilización que pretende van surgiendo.
Esto es lo que reafirma su convencimiento y su confianza de que fue una medida
tomada en el momento apropiado.
La medida de Adolfo incentivó ese clamor popular y lo transformó
en una movilización mayor. Se entera del apoyo concreto de sectores sociales
y políticos con un ayuno de diez días, medidas que son lo suficientemente
claras como para demostrarle la validez de lo que está haciendo. El ayuno
no le provoca ninguna distorsión, yo lo veo absolutamente lúcido,
con una lucidez muy grande. Lo que si le provoca es un enflaquecimiento brutal
y él siente que va perdiendo fuerzas y me dice que le cuesta caminar,
que se cansa, pero su razonamiento y su convencimiento son cada vez mayores.
En el momento de levantar la medida, antes de salir del Penal de Punta de Rieles,
un oficial me llama para comunicarme que mi esposo había levantado la
huelga de hambre (en ese momento el Comandante del Penal era el Tte. Cnel. Agosti,
un oficial de larga trayectoria, conocido por nosotras desde el año 72,
que participó en los interrogatorio y en torturas en Artillería
1, en La Paloma). Este oficial ya me había llamado antes, cuando empezaron
las visitas, para decirme que yo tenía que tener claro, que ser consciente,
que se trataba de un caso extremo de una enfermedad en que era inexorable la
proximidad de la muerte y que ellos iban a hacer todo lo posible, a pesar de
que Adolfo era considerado por ellos un enemigo ancestral, que de todas maneras
iban a tener consideración con la situación que estaba viviendo
en ese momento y que iban a concederme visita aunque no me pudiera precisar
con qué regularidad iban a ser, ni cada cuánto, pero que las visitas
las iba a seguir teniendo, que ellos querían que yo estuviera con él
en la medida que se aproximara el desenlace. Yo voy ese día al Hospital,
me cuenta que levantó la medida, me da todos los fundamentos políticos
por los que la levantó.
En primer lugar desde el principio él no había dado un plazo,
porque el objetivo era crear movilización, es decir, cuando él
viera que ese clima se diera afuera, iba a tener la libertad suficiente como
para flexibilizar o radicalizar la medida, dependía del momento político.
El momento político se presentaba en esa coyuntura concreta, se estaba
realizando el acuerdo del club Naval, la negociación que definiría
la fecha de las elecciones y la salida política que tendrían los
partidos. Si bien el panorama era bastante confuso, era cierto que la expectativa
de la gente estaba centrada en la negociación. A él le llegaban
las condiciones para la prenegociación, que eran: la libertad de todos
los presos que tuvieran cumplida la mitad de la pena y sacar del borrador de
las fuerzas armadas la prohibición de que el parlamento dictara una ley
de amnistía, o sea que la salida de los presos se daría en forma
total una vez que asumiera el gobierno civil.
Es decir que de alguna manera el tema de los presos políticos estaba
planteado en términos de condiciones, de acuerdo a lo que Adolfo le llegaba,
que todos los presos que tenían la mitad de la pena cumplida sin hacer
ninguna discriminación de medidas de seguridad. Entonces Adolfo levanta
la medida justamente en función de esos términos políticos
que se estaban dando pero fundamentalmente por el clima de movilización
que se daba afuera . Adolfo levanta la medida entonces, para no crear un foco
(un "foquito" dice él), de distorsión.
Al comenzar a comer nuevamente, se nota una inflamación en la zona abdominal,
inflamación que va a continuar hasta el momento de la muerte. El vientre
se le va haciendo más prominente por los tumores que tiene el hígado.
Eso es lo que se ve externamente. Como síntomas claros de gravedad empieza
a sentir algunos dolores y plantea alguna forma de calmar el dolor que no lo
duerma, porque su propósito es vivir lo más consciente posible
y por eso trata de evitar los calmantes fuertes. EI ve la muerte en proximidad,
pero no inmediata, siempre que hablamos de este tema me dice que está
haciendo fuerza para vivir hasta marzo, porque tiene la seguridad de que en
marzo salimos todos. Incluso por las características del tumor, él
es consciente de que está grave, pero nunca pierde la confianza de poder
llegar hasta marzo. Teniendo también un convencimiento de que en marzo
salíamos todos, y esa necesidad de la liberación, él no
tiene expectativas de que lo larguen antes que al resto de tos rehenes. El sabe
que su situación no la van a resolver en forma especial, por más
movilización que hay en torno a los presos políticos enfermos
y en torno a él por su gravedad. El en ningún momento se plantea
la posibilidad de salir en libertad antes que el resto de los rehenes. Hay toda
una actitud de lucha contra la muerte que se materializa en eso que decía
de estar lo más consciente posible, de racionalizar los calmantes de
manera de no estar dopado. El quiere estar lo más lúcido posible,
sabe que los calmantes lo llevan a un estado artificial, por la composición
en opio o morfina que tienen. Llega a tomar calmantes con algunos gramos de
opio, pero nunca llegó a tomar morfina. Bueno eso es toda una actitud
mental y una actitud de vida frente a esa situación; en cuanto a la certeza
concreta del plazo en que se va a resolver su situación, yo veía
como una contradicción en él, en la medida en que se iba aproximando
o que se iba agravando su situación.
En octubre le hacen una tomografía computada por primera vez, es la primera
vez que lo sacan del Hospital Militar, a través de un trámite
particular de la familia, se lo hacen en el sanatorio Larghero. Esa tomografía
le da que el hígado está como una bolsa de papas. Es la primera
vez que tiene un diagnóstico más claro de su situación,
ya que el diagnóstico se lo da a la familia el propio médico,
y la frase es: "el hígado es una bolsa de papas". A esa altura
los dos nódulos del pulmón se están juntando en la medida
que van creciendo, es a partir de ese momento que yo visualizo esa contradicción
entre esa necesidad de vida que tiene y como él me decía siempre,
de llegar a marzo, que me lo decía a mí, a su familia y se lo
decía a todos los que lo veían, y por otro lado esa inseguridad
de que tal vez no llegare. Esa contradicción se agudiza en el último
tiempo, en la última semana, en la semana que él muere. A mí
me empiezan a llevar prácticamente todos los días a verlo, cosa
que es muy extraña, que además se junta con varios elementos:
-por un lado el medico que lo ha atendido durante toda la enfermedad, Glaussius,
se va de licencia y antes de irse le viene a decir que por el tiempo, le tocaría
que le hicieran nuevamente el tratamiento con citostáticos, pero que,
como está con las articulaciones un poco inflamadas y tiene algunos problemas
secundarios, que bueno, que va esperar que desaparezcan para hacerle el tratamiento.
Es una especie de consuelo. Me parece que el médico ya tiene claro que
la situación se define en unos días y se toma licencia y además,
se despide de él.
El otro médico a cargo de Adolfo, es el Dr. Kasdorf, quien es del mismo
equipo que Glaussius, pero que cuando se produce la muerte desaparece de escena,
no estaba en el hospital. Le traen a Adolfo un papel donde le permiten quedarse
de noche con la familia, a mí me llevan todos los días; esto le
produce una situación interior, que además es la primera vez que
yo lo veo enfrentado, realmente a la muerte. El me dice: "¿qué
es lo que está pasando, me estoy muriendo, o me quieren poner en la máquina?
Es decir, trayéndote a vos todos los días, diciéndole a
la familia que venga de noche, hay dos posibilidades: una que sea cierto que
me estoy muriendo, y yo no me doy cuenta y, -me decía- no tengo ningún
síntoma nuevo de gravedad, a no ser los que tengo siempre, como para
decir sí, me estoy muriendo, pero por otro lado está la posibilidad
de que me quieran poner en la máquina". Frente a esa situación,
yo lo que le digo es que me parece que lo mejor es que se maneje con los síntomas
que él siente, que no se ponga a especular en base a las nuevas cosas
que le ofrecen. La visita sigue siendo igual, son siempre igual, con un control
permanente, con el oficial, la soldado y un milico del Hospital militar.
El mismo día que fallece a mí me llevan en una forma muy especial.
Me vienen a despertar a las 2 de la mañana, muy abruptamente, violentamente,
las milicas me dicen que me tengo que vestir rápidamente para ir al hospital.
Pregunto por qué y me dicen que mi esposo está grave; yo le pregunto
si está consciente o inconsciente y me dice que no sabe, que está
grave. Me visto rápidamente, salgo, me esposan y me llevan. Cuando llegamos
me llevan al mismo lugar donde siempre iba a la visita, que era el calabozo
donde él estaba viviendo desde hace meses en el hospital, me entran a
mí primero al aislamiento, y cuando entro Adolfo ya había muerto,
y a mí en ningún momento me avisaron de que ya había muerto.
Y es como si me hubieran dado una visita, porque fue exactamente el mismo tiempo
que me dejan, 45 minutos y con 3 milicas adentro. El está muerto. Es
una situación muy difícil de resolver, no solamente porque no
me habían avisado y nunca me imaginé, porque al decirme que estaba
grave, yo pienso que voy a llegar por lo menos a la agonía. El jueves
cuando lo veo por última vez, me dice que el miércoles, el día
anterior de tarde, después de comer, se quedó dormido y cuando
se despertó se dio cuenta de que había un revuelo bárbaro
alrededor de él y que le preguntaron qué le había pasado,
él no supo contestar y que se había dado cuenta de que había
hecho un coma y que lo habían sacado de ese coma. Eso me lo dice el jueves
y entonces el Jueves, cuando yo lo veo que es la última vez, él
me dice que ahora sí se da cuenta de que está más cerca
de la muerte, como que su organismo le mostró por primera vez el día
anterior un síntoma nuevo, pero que a partir de ese coma se da cuenta
que su situación es realmente grave, es más grave de lo que él
pensaba. Yo lo veo tranquilo en el sentido de que él trata en esa visita,
más que nada, como de protegerme a mí, de que no le dé
la envergadura más allá de lo que es, es decir, que lo asuma bien.
Son sólo cinco minutos que hablamos de eso porque después él
se dedica a hablar de Adolfito, del futuro, está muy preocupado de que
yo en el futuro esté muy pendiente de su situación, como que la
situación de él me cree un condicionamiento de vida y Adolfito,
hablamos de Adolfito, de los padres, de la situación con la cual me voy
a enfrentar yo, bueno, son temas que ya los vinimos hablando en otras visitas,
pero que en esa visita cobran relevancia especial, que ninguno de los dos somos
conscientes de que va a ser la última. En un momento él me dice:
"Sabés una cosa, que hay una cosa que a mí me deja contento,
yo creo que voy a ser la última víctima de la dictadura en la
cárcel". Claro, a esa altura ya se habían muerto todos los
compañeros presos que tenían cáncer, era el último
que quedaba, y sí, fue realmente así, la última muerte
en la cárcel fue la de Adolfo.
CARTAS DE ADOLFO WASSEN
Esta Carta fue escrita el 23/8/84. Fue sacada clandestinamente del Hospital
Militar para el Penal de Punta de Rieles
Compañeras: Salud! ¿Saben? pienso y pienso y más me convenzo
de que mi aporte si puedo llegar a concretarlo, va a ser de los menos reveladores.
En parte, porque estoy convencido de que es muy difícil transmitir nuestra
experiencia ya que hay cosas que solo viviéndolas se las puede entender,
esto lo comprendí cuando comparé mis vivencias, antes sobre estos
temas (Fanón y Fusick. por ejemplo) y la que luego fue mi experiencia,
nuestras vivencias reales. Pero más allá de ese relativo escepticismo
está el hecho de que estoy convencido de que en particular, aún
dentro de los nueve tuve más suerte que otros compañeros y fui
quizás el que la pasó "mejor", dentro de todo lo relativo
que puede ser esta expresión por supuesto. En primer lugar mi pasaje
hacia la soledad y el aislamiento total fue paulatino -así como para
Engler y Manera- pues tuvimos un año y medio de estadía en Paso
de los Toros los tres juntos y, a veces autorizados, a veces clande, charlábamos.
Incluso luego, llegaron otros cuatro compañeros de la zona, con lo que
aquello se convirtió en un gallinero.
Bueno, nosotros pasamos por ese filtro de semi tranquilidad, mientras los seis
restantes creo que pasaban por el período de verdugueo, digo semi tranquilidad
porque casi sobre el fin de nuestra estadía apareció GAVAZO a
Ubicarnos en la realidad, sobre todo a mí, con quien nunca terminó
de saldar ciertas cuentas que le interesaban mucho, y pateó aquel nido
medio pasable (aunque los "osos" eran infames, la comida mala, la
higiene pésima, no había casi recreo y la atención médica
era prácticamente inexistente) pateó aquel nido y preanunció
nuestro comienzo de vida en las puertas del infierno
Mi primera etapa fue en Durazno, aquel sótano -aljibe- cisterna, inmenso
quince o veinte metros por ocho o diez siempre rezumando agua de las paredes
y que cuando habían lluvias fuertes se inundaba con quince o veinte centímetros,
diez, quince o veinte días en el agua y trepado en una escalera, con
todas las cacharpas alrededor. seis meses sin sol, sin cartas, sin lectura,
observando el comportamiento de las arañas y a veces soportando el verdugueo
extra de algún cabo que, por cuenta suya se le ocurría no dejarme
caminar en toda su guardia.
Eso sumado al verdugueo del teniente Citen Rodríguez, que respaldaba
cualquier idea "interesante" para "mejorar mi estadía".
Salí cuatro veces media hora para ver a mi vieja -y ahí por primera
vez tuve que enfrentarme con dos fenómenos que luego me iban a acompañar
de manera permanente con mayor o menor intensidad: la soledad y el aislamiento.
Sacando cuentas, he llegado a concluir que en total -sumando períodos
que van desde un par de meses hasta seis u ocho meses, he pasado entre cuatro
o cinco años de incomunicación total, a celda pelada, sin absolutamente
nada, ni libros, ni papel ni mate, ni siquiera ropa o el colchón. Mantenerse
cuerdo en dichas condiciones, cuando a ello se suma el hostigamiento violento,
brutal del enemigo, requiere varias cosas: una base ideológica muy firme,
que transforme al aislamiento en una demostración de que la lucha sigue,
aquí y en otros lados, pero que el enemigo se aprovecha de tu imposibilidad
de respuesta, de tu impotencia para desahogar sus frustraciones y fracasos.
No dudar, ni por un instante del sentido de la marcha de la historia y sentirse
integrado a ella apretando tu aguante, tu dignidad, tu certeza de que las cosas
acá van a tomar otro rumbo -cómo, cuándo, de qué
forma no sé, pero esto va a terminar algún día y yo debo
llegar entero a ese día. En mi caso también pesó la conciencia
de mi responsabilidad; por causas fortuitas llegué a ocupar determinadas
responsabilidades y ellas pesaron en mí en todo momento, yo seguí
y sigo siendo responsable ante los compañeros por mi conducta y sigo
siendo responsable ante todos los que cayeron antes, durante y aún hoy
ante el enemigo. Y esta responsabilidad fue siempre una fuente de fortaleza
moral que se ha hecho tan carne en mí, que convivo con ella sin sentirla
pero sintiéndola siempre. La soledad, en cambio, tiene dos aspectos:
uno que yo desconocía y que me resultó ser grato. Mi carácter
expansivo, la facilidad que siempre tuve para relacionarme con quienes me rodeaban,
en fin, toda mi personalidad habían conspirado, para impedirme conocer
el montón de facetas positivas y atractivas que encierra esa tan temida
por el hombre moderno: soledad. Y pasado cierto tiempo -el imprescindible para
conocernos- comenzamos a ser amigos y hoy, mi temor, es esa amistad haya llegado
a ser tan profunda como para transformar mi apreciación de la cotidianeidad.
Nunca me creó problemas, además porque -dejando a un lado artilugios
para mantener el cerebro ocupado y fuera de todo tipo de canaleta perniciosa,
como los juegos y cálculos matemáticos o la memorización
de cuadrados y cubos perfectos o de números primos desde el cero al 8.000
por ejemplo- porque en cualquier momento podía poblarla la infinidad
de recuerdos y amigos, compañeros y compañeras con los que charlar
y revivir momentos de toda clase, o simplemente, dejarme henchir por esa cadena
de solidaridades que componían presos y no presos, gente que aquí
o en cualquier parte continuaba LA LUCHA, SU LUCHA, NUESTRA LUCHA.
Y termino esta perorata larguísima y que no sé si responde a lo
que me pidieron, con una conclusión: comencé a ganarles esta batalla
entre ellos, buscando destrozarnos física, psíquica y moralmente
y nosotros -yo- dispuesto a no permitírselo, el día en que comprobé
que lo fundamental era hacerme dueño absoluto de mi cerebro no permitiendo
que penetrara en él bajo ningún aspecto -salvo que yo lo admitiera-
y disponiéndome a vivir en su sola compañía, sin libros
ni otros elementos que no estaba en mi voluntad la decisión de disponer
de ellos y por los cuales infinidad de veces trataron de tentarme o chantajearme.
Lograr el control entonces de mi cerebro, en primer fugar, y de mis emociones,
en segundo término -creándome una especie de colchón-fíltro
para irlas asimilando o rechazando. Poco a poco creo que fueron los dos pilares
en que me apoyé síquicamente para estar acá, hoy charlando
con Uds. seguro de que me van a entender porque vivieron experiencias que nos
hacen hermanos en el dolor y la lucha y en el sentimiento de que con todo este
bagaje a cuestas aquí estamos, prontos para la próxima. Pero asimismo
muy dudoso de que, aún con la mejor buena voluntad y el mejor deseo de
extraer enseñanzas de estas vivencias, le sea posible a alguien, que
no pase por la experiencia, comprender ni la mitad de lo que se contiene detrás
de estas palabras.
Esta Carta fue escrita en el Hospital Militar Clandestinamente y sacada de
igual forma. Ya le habían diagnosticado la Metástasis generalizada
27/8/84.
Compañeras. Salud! ¿Cómo andan? Espero que bien. Yo aquí,
pensando que quizás pueda ser un aporte relatar lo que fueron mis dos
últimos años en Durazno, tomando en cuenta el hecho de que estaba
en pleno proceso de tratamiento de mi enfermedad y que me produjo la primer
metástasis en el cuello -a fines de mayo del 83-durante mi estadía
en aquella unidad. O sea, que siempre fui un convaleciente de una dolencia grave,
que en cualquier momento podía llegar a derivar en lo que actualmente
es mi estado, situación ésta que era de pleno conocimiento del
Comando de dicho cuartel: el Regimiento de Caballería Blindado 2 "Pablo
Galarza". Fui trasladado a él en abril del 82. El Comandante de
la unidad, Teniente coronel CONTI, me recibió en persona junto al 2o.
jefe Mayor Alvarez -sobrino del Presidente- y del Teniente 2o. MANGINI. Luego
de mantener una charla muy correcta, en la cual se interesó detalladamente
por mi salud, de pronto cambió de tono y, por primera vez en todos estos
años, me comunicó oficialmente las condiciones de nuestra situación:
"No se confunda. Usted no tiene ningún derecho y está sometido
totalmente a la discrecionalidad de lo que yo disponga. Si las cosas fueran
al revés nosotros no la hubiéramos contado. ASÍ que, por
lo tanto usted debe agradecer hasta el estar vivo. En consecuencia cada una
de las órdenes que yo de a su respecto debe interpretarse como una concesión,
que puede ser revocada en cualquier momento que yo lo quiera. ¿Está
claro?".
Le contesto que sí, lo cual no implicaba que yo aceptara ese planteo.
Que yo tenía derechos y que éstos deben ser respetados, independientemente
de su presunta voluntad omnipotente (ah! cuando dijo que debíamos agradecer
el estar vivos, tuvo el tupé de decir que eso se debía a que vivíamos
en una democracia).
En nuestra última entrevista, un par de meses antes de ir para el Penal,
se terminó de sacar la careta: en medio de una discusión muy "urbana"
pero muy violenta, se le escapó: "sí, en realidad con Uds.
tendríamos que haber hecho jabón" . El teniente MANGINI era
el oficial S. 2, o sea el encargado general de todo lo que concernía
conmigo El alojamiento era un calabozo amplio -de 3 X 3- el más grande
en que viví en estos años y contaba con una serie de comodidades
"insólitas" una mesa de cármica y una silla. Como contras
tenía en común con casi todos los demás lugares, la humedad,
se llovía y se inundaba con cualquier chaparroncito, un cuarto de su
superficie, la ventilación era pésima. Al día siguiente
de llegar se me aparecieron comunicándome por escrito que iba a ser llevado
al baño dos veces al día -a las 6 y 30 y 14 horas- y que iba a
tener una hora diaria de recreo; que los viernes, dentro de ese lapso (y los
martes) iba a poder bañarme con agua caliente y lavar ropa; el tiempo
que sobrara se me llevaría al recreo. Obviamente iba a tener que realizar
mis necesidades en un balde, en la celda, balde que llevaría a vaciar
en cada ida al baño. Toda parecía ir de perlas y, en cierto sentido,
salvo la soledad, hasta mejor que en Paso de los Toros: la comida era mejor,
me alcanzaban agua para el mate dos veces al día, la atención
médica era mucho mejor y los traslados al hospital los hacían
en ambulancia del cuartel, cosa que nunca me imaginé podía suceder.
El idilio terminó el primer viernes: me llevaron al baño, me dejaron
enjabonar el cuerpo y la ropa y de sopetón me ordenaron que el baño
había terminado -ya la orden de recreo se había cumplido muy escasamente
los días anteriores-; por supuesto, primer Iío.
Mientras estuvo Mangini, no me faltó nunca lectura ni cartas: se me entregaban
al poco rato de terminar la visita, con el paquete junto al recibo familiar
(nada de "peaje" por parte de los del S. 2 como en Flores y Colonia).
Bueno: en resumen estadístico establece que en total salí, promedialmente,
seis veces por mes a recreo sumando todos ellos y hora y media por mes. Los
picos fueron cuando se hizo cargo de la oficina del S. 2 el teniente 2o. Albornoz
en junio del 82, en que, aparte de entregarme solo un libro por mes, bocharme
la entrada y salida de cartas, salí una vez en junio cinco minutos, una
vez en julio diez minutos y una vez en agosto cinco minutos. Llevaba veinte
dias de setiembre sin salir cuando me decidí a armar un escándalo
que llegara al jefe, pues no había salido ni un solo día a tomar
aire El asunto era muy grave porque tampoco me llevaban al baño- llegué
a pasar cerca de cien veces entre cuarenta y setenta horas sin ir al baño,
soportando las emanaciones tóxicas del balde al fermentar las materias
fecales y viviendo en medio de un aire tan viciado y un olor un nauseabundo
que me provocaba permanentes malestares estomacales, que me impedían
comer o me provocaban vómitos, aparte de eso, el balde se llenaba y tenía
que usar diferentes recipientes: palanganas donde lavaba el menage y en determinado
momento me ví obligado a defecar en el plato donde comía, porque
si lo hacía en el suelo, luego iba a tener que soportar permanentemente
el olor -como me sucedió en Colonia- donde durante meses a Révori
y a mí nos obligaban diariamente a orinar en el piso del calabozo. Al
no salir al recreo o salir cinco, diez o veinte minutos, el calabozo nunca dejaba
de tener un aire viciado permanente Era tal el olor que salta de los recipientes
que varias veces, los soldados debían pedir relevo por descomponerse
del estómago y eso que ellos estaban al aire libre .
Otro índice estadístico dice que durante el primer año
tomé dos horas de sol, pues el resto de los "recreos" me los
daban a la sombra. El hostigamiento de los oficiales subalternos fue esporádico,
lo mismo que las provocaciones llevadas adelante por los tenientes 2o. BARRIOS
y ALBORNOZ especialmente. Independientemente de que el Comando conociera a fondo
las irregularidades, es evidente de que lo tenía a rienda corta. La higiene
era pésima, si hubiera dependido de ellos, durante meses me hubiera bañado
una vez cada veinte dias; pero como hacia gimnasia a diario, o casi (sin mucho
fanatismo ni autoverdugueándome) me inventé una lluvia como la
flauta de Bartolo -con un agujero solo, en la tapa de recipiente de plástico
de detergentes y perfumol- y de esa manera me conservé mas o menos a
tono, bañándome casi a diario. Todo traslado fuera del "oso"
era encapuchado y esposado.
La orden de los custodias era: bala en la recámara y sin seguro. Todavía
no sé cómo estoy vivo, ya que en esas condiciones es muy fácil
que se produzca un accidente, escapándose un tiro. En dos oportunidades
me salvé de milagro: una en Durazno, en el 76, en que se le escapó
un tiro de carabina a un soldado que hasta un segundo antes me estaba apuntando
al cuerpo. Otra en Colonia, en que el actual Sargento CHAVAZA -un buen tipo-
siendo cabo, se le escapó una ráfaga de Thompson punto 45, a tres
metros míos. Todavía no me explico cómo me funcionaron
los reflejos y salí de la Iínea de tiro. En la pared, en la línea
que estaba parado quedaron marcados dos semejantes agujeros . . .
Bueno: 6 meses antes del traslado al Penal, se ve que vino la orden de arriba
de aflojar la mano y mejoraron el trato. Comencé a tener diez, quince
y hasta veinte recreos al mes, se acabaron las esposas hundidas en las muñecas
y los empujones. Por lo menos una vez al día iba al baño y la
higiene mejoró un poco. Se hizo cargo el Teniente Gómez del S.
2. No hubo más bochazos de cartas ni de libros, aunque de Sonia hacía
casi 6 meses que no recibía carta, ni ella de mí, pero era cosa
de Punta de Rieles. ¿Es a ésto a lo que se refieren cuando hablan
de testimonios, de detalles o anécdotas o las interpreté mal?
Haciendo abstracción de mi persona, le adjudico alguna importancia como
testimonio, teniendo en cuenta el estado de salud del tipo verdugueando.
Pero al Bebe lo tuvieron y lo tienen 10 años con una hernia inguinal,
a Manera mas de un año con un cálculo en la vejiga (en ambos casos
sin preocuparse para nada) al alemán Engler 9 años con el bocho
alterado y casi sin alimentarse ...
En fin, mi caso no escapa a la línea general. Nos tendrían que
haber hecho jabón . . .
Desde el Penal de Libertad antes de comenzar el trillo por los cuarteles
18 de marzo de 1973
Deben ser las cinco y media de la tarde . . . afuera pasó la lluvia hace
algunas horas; pero el cielo, el día, el aire, siguen grises . . . Domingo
. . . gris . . . Preso. Un poco se junta todo para que te pongas triste, ¿no?
... Si a eso le juntás que estás solo . . . que no tenés
ganas de hacer nada, o más bien que sí, que tenes ganas de hacer
algunas cosas, pero ... Un poco es como si la vivencia de estar preso, se te
hiciera presente totalmente ... te SENTIS preso. Y triste. Y buscás hacer
algo . . . Hasta que te das cuenta que lo único que te puede sacar de
este gris que te rodea, puede ser la compañía, la comunicación...
La petisa.
Y aquí estoy agarrándote de muletilla, no para la rayadura. La
cosa no da para tanto. Sino más bien para la nostalgia. Como llovió
esta mañana tuvimos el recreo adentro, en la planchada del primer piso.
Como si se confabularan las cosas, fue más corto - más o menos
veinte minutos- pues había misa. Creo que una cosa que no te había
dicho es que todos los domingos de mañana se celebra misa. Ofician algunos
curas y pastores que están presos. Concurren muchos compañeros,
parece. Tienen unos cantos que aunque no entendí bien lo que decían
-tenía la celda cerrada- sonaban lindo en sus melodías y bien
interpretados -cantados a varias voces-. Ahora mientras escribo, también
escucho música -Cafrune- por los parlantes. Como el parlante está
bastante cerca (estoy en la celda 4, es decir casi en la punta) aturde un poco.
La "Programación" de esta tarde incluyó a Ramona Galarza,
otra cantante que tiene la voz parecida a la hija de Violeta Parra - Isabel
se llama, ¿no?- pero que estoy seguro que no es ella por el tipo de canciones
que he escuchado, algunos clásicos -italianos me parece- creo que eran
partes de óperas (que sabés no me atraen mucho), algunas interpretaciones
en guitarra grabadas por compañeros muy buenas y algunas canciones de
Aníbal Sampayo cantadas por él, que está arriba en el 4o.
o 5o. piso no se bien.
Como no pasó el compañero de biblioteca, no tenía ninguna
novela para leer, solo libros de Economía e Historia, y a pesar de que
hoy de mañana terminé un librito de Mandel "Introducción
al Estudio de la Economía Política" que teníamos en
casa (es muy sencillo y fácil de leer, 142 páginas) y esta tarde
no estaba para seguir dedicándome al estudio, me puse a releer tus cartas
-tengo 7- y a mirar las fotos que me llegaron hace unos días con una
carta de unos primos chicos. Los hijos de Teodoro, el que estaba trabajando
en Bs. As., que tiene dos pibes en su nuevo matrimonio. La gurisa del Bebe que
ahora debe tener 8 o 9 años y los dos gurises de Gregoria que, me dicen
en la carta, ya están en el 4o y 2o año de escuela -y en una de
las fotos también está la abuela. También estuve un rato
con la del gurí de Raúl- que cumple un año el sábado
que viene, 24- y finalmente la tuya con el gordito. Fue tomada el día
que cumplió un año. Vos estás alzándolo en el living
de casa, riéndote y él también y con los bracitos tendidos
hacia tu cara. Tienen como fondo el mural del mejicano, aquel de Bellas Artes.
Releí entonces tus cartas y me encontré algunas cosas que no sé
si te había contestado. Por ejemplo, que me gustó tu historia
de la pareja, independientemente de haber algunas cosas en que no estoy muy
de acuerdo con la forma como la expone la autora (el cargue, por ej. ) Otra
cosa, me acordé que me había extrañado que empezaras a
escribir con letra de imprenta y me pregunté por qué, aunque a
vos no te lo dije. Recordé también, que me citabas una foto mía,
tomada en Europa, y me preguntaba si sería alguna de las que me saqué
en Suiza, junto con Michelle, una Suiza-Francesita muy linda, casada con Philippe,
un buen amigo en cuya casa paré los días que estuve en Laussana.
Por otro lado mirando las fechas comprobé que había recibido todas
tus cartas, desde el principio de febrero, incluso una atrasada del 21/2, la
última que me habías mandado al Reg. 1, que recibí hace
pocos días y en la que me contabas de una larga conversación que
sobre importante tema -yo- habías mantenido con esa flaca linda y buena
que es Raquel, recordando los días del Florida (a propósito ¿es
cierto que Raquel, Matilde, Lucia, La Negrita y alguna otra compañera
están trabajando juntas?) Y una cosa más: en las cinco últimas
cartas reiterás como un MEA CULPA constante que te estás dando
cuenta de que estás un poco haragana para la lectura y que te vas a tener
que ordenar para siempre para empezar porque no tiene gollete. Esto va en broma,
no te embronques, pero es que una contestación objetiva que surgió
cuando miré las cartas en conjunto, no es crítica ni nada. Sólo
algo que medio en broma, medio en seno, se me ocurrió ponerte pues me
saltó a los OJOS hace un rato
Recién me levanté... el cielo sigue encapotado pero hoy importa
menos... es lunes. Importa un poco porque me pierdo ver el sol, peleando por
desprenderse de la noche y de las ramas de los eucaliptos. Pero es lunes ...
y es diferente. Había que prepararse para pasar el día adentro.
Volvió a llover y como para testimoniarlo, las canchas están mojadas,
llenas de barro.
Por ahora te escribo acompañado de ruido de los carros que se arrastran
por la planchada en busca del café y de la galleta, y el canto de los
teros y de los horneros que se han aquerenciado en la puerta de un poste luminoso
en frente a mi ventana (me llaman para salir a la fajina).
Recién volví tuve que salir de nuevo, hace un rato, para darme
la tercera dosis de la antitífica. Dentro de un rato van a servir la
comida, que no sé si te comenté, es lo mejor que he recibido hasta
ahora. La cocina está atendida por compañeros. Igual que lo de
las vacunas aunque esto último te lo comunico con ningún placer,
pues los pinchazos no mejoran para nada, por ello, son siempre igual. La única
novedad de importancia de la última semana en lo personal, fue el hecho
de que fui trasladado por 24 horas a la primera unidad en que estuve detenido
- el 13 de Infantería- para un interrogatorio corto. Me trataron bien,
aunque los viajes fueron algo incómodos. Allí me encontré
con algunos oficiales, que conocía, que me dijeron que había saltado
en estos días, a raíz de indagaciones del COSENA (Consejo de Seguridad
Nacional) un hecho serio y bastante grande con relación a la venta del
oro del República y que el Ministro de Economía tuvo que dar explicaciones
sobre el Asunto por TV. No me quedó muy claro si las explicaciones fueron
satisfactorias o no, pero el asunto me hizo acordar lo que había dicho
el viejo Herrera en el 58: "Si a Gari le damos el República le pone
rueditas y se lo lleva para la casa". No se si fue para la casa de Gari,
pero lo de las rueditas parece que funcionó y SI mis cálculos
no son muy errados, el saque que le dieron a nuestras reservas fue bastante
grande desde el punto de vista de lo que nos quedaba de oro en casa. Parece
que están empezando a darse algunas cosas que van a obligar a varios
a ponerse las "papadas" en remojo, porque ninguno de los que están
metidos, por supuesto, usa barbas, van bien afeitaditos y de cuello y corbata.
Por acá seguimos observando, en la medida que podemos ya que la información
es prácticamente nula. Del exterior sí, podemos seguir mejor lo
que está pasando, lo último que he leído en "7 días"
y "Visión" hace que nos preguntemos muchas cosas, pues lo que
ha pasado en Argentina, Francia, Chile da para pensar ¿no?. Bueno, recién
avisaron que a partir de hoy se autorizó el mate, yo por ahora voy a
tener que tomar de prestado. Bueno petisa espero que con ésta no te quejés
por lo "comercial" Un beso grande y saludos a todas
Chau, Adolfo
La estrella fatigada
se posó en la rama,
una rama ignorada
le alcanzó pan
sonrió apenas
y echó a andar
Saliste de la cárcel
y enseguida
dejaste embarazada a tu mujer
la tomas por el brazo
y a la noche pasan por el barrio
el vientre de la dama casi le llega
hasta la nariz.
ella lleva on gracia esa carga sagrada
tu te sientes altivo y orgulloso
Estaba el corazón descascarado
cuando chirrió la puerta.
Olvidado de esperarla
abanicó
la penumbra.
Y fue
un pajarito
la carta temblorosa
con aquel garabato
elemental
de la princesa
¿Te gustó? Es de Nazim Hizmet. Lo escribió luego de estar
preso varios años al poco tiempo de salir, en el año 1948. Se
llama "paseo nocturno" y es más largo.
Carta de Adolfo a su hijo.
Durazno-19/11/83
...lo que me contás en tu carta de la marcha y el acto final de la Semana
Estudiantil de la Primavera, el tono de tus palabras, transparenta el impacto
que recibiste. Aunque en circunstancias diferentes, viví experiencias
parecidas, pero cuatro o cinco años más grande que vos, ya en
Facultad y, no obstante los 20 años transcurridos, me hiciste revivir
aquellas vivencias, cosa que me está sucediendo a menudo con tus cartas,
en las que los cambios que se van operando en tí, se reflejan a través
de juicios y valoraciones que te presentan como un muchacho que observa juzga
(y se que también actúa) comprometidamente con la realidad. Y
me alegra, me alegra mucho, pues significa que estás poniendo a prueba
las alas que entre todos hemos tratado de proporcionarte y que son para eso,
para volar por cuenta propia, sufriendo algún porrazo, de pronto, pero
gozando del placer de ir comprobando la existencia de fuerzas v posibilidades
propias, personales, con las que nos es posible actuar y proyectarnos hacia
los demás”
Para Alejandro, el hermano, con motivo de cumplir sus 15 años
Durazno-27.7.83
... "el día de tu cumpleaños había redactado unas
líneas con ese motivo, luego de dudar bastante acerca de cómo
encararlas, pues el objetivo que me propuse fue intentar salir de la trivialidad
habitual y llegar hasta tí con algo que se emparentara con la carta que
le envié a Adolfito, cuando le tocó trasponer el umbral de los
14 años. El traslado al Hospital impidió que la recibieras en
fecha. No obstante, me parece que no es desperdiciar el espacio transmitirte
lo que pensando en vos, se me ocurrió ese día. Comentarte lo que
significó para mi arribar a tu edad hubiera sido repetirme, y no valía
la pena, ¿verdad? sobre todo porque si aún conservan aquella carta,
podés releerla y tomar como dirigidos a ti muchas de sus palabras, del
mismo modo que Adolfito podría ser el destinatario de las que siguen.
Opté entonces, por otro camino. Se me ocurrió que lo mejor sería
compartir contigo algunos pensamientos que forman parte del motor que se mantiene
en marcha afirmando en unas pocas certezas y atento a un cúmulo de interrogantes
que personalmente trato de renovar o que busco adopten nuevas formas más
ricas, cuando llego a algunas conclusiones o respuestas provisionales. En algún
lugar he leído, o alguien me comentó, que el optimismo es el estado
de ánimo que se corresponde con el hombre que ha alcanzado la objetividad
y se ha desarrollado ética y moralmente, o sea, que habiendo captado
la esencia de lo que es correcto, ha tratado de realizarlo, en la medida de
sus posibilidades. Ahora bien, existen básicamente, dos formas de optimismo:
una idealista, irracional, sin otro apoyo para su afirmación de validez
que la de una fe. Otra, se sustenta en una práctica y un aprendizaje
permanente partiendo del convencimiento de que los hombres no nacemos buenos
o malos por naturaleza, sino que, a través de la educación y la
autoeducación, de la formación y la autoformación, podemos
llegar a superar nuestras carencias, al menos en parte. Es una tarea dura, compleja,
espinosa, pues implica dominar nuestras tendencias arraigadas o adquiridas muy
poderosas: la agresividad, la ambición, el egoísmo, el afán
de predominio, por ejemplo, cultivando, en cambio, otras características
que no son fáciles de desarrollar, tales como la sencillez que constituye
el elemento moldeador de los anteriores, el basamento imprescindible de toda
buena persona. Si no aprendemos a ser honestos, es imposible que nos acerquemos
siquiera al hombre o la mujer hechos, solidarios, al amigo fiel que late en
cada uno de nosotros. Y ser honesto es, fundamentalmente. serlo con nosotros,
para descubrir esos rincones dudosos de nuestra personalidad y saber mirarlos
de frente, sin vergüenza ni temor, con la claridad que es necesaria para
ver, en cada deformación identificada un campo de trabajo que se presenta
como un desafío práctico a nuestras convicciones. Y a ser honestos
se aprende, no es fácil, pero se aprende. Una primera etapa es la de
ser sinceros, veraces ("la verdad es el aire que respira la personalidad
para crecer. Mentir es, en primer lugar mentirse a si mismo. Mentir a los otros
sí es romper el contacto con ellos, aislarse, quedarse a solas con sus
propias falsedades").
Una segunda fase más dificultosa, consiste en ser consecuente. El tercer
nivel es el mas difícil de alcanzar, el que exige más coraje:
un francés (Lavelle), lo definió como "obrar cuando se está
solo como si nos vieran todos, y cuando se está a la vista de todos como
si se estuviera solo". Lo anterior adquiere su real dimensión cuando
es acompañado de un gran respeto por nuestros semejantes, respeto que
nace de la convicción de que todo quehacer emprendido en común
debe necesariamente, superar cualquier esfuerzo individual, lo cual es válido
para cualquier actividad (estudio, fútbol, trabajo, etc ) pues el aporte
colectivo enriquece siempre los logros, al tiempo que fortalece y eleva a los
protagonistas de esos logros. Tal vez por este camino -el de la comprensión
de lo limitado de nuestras posibilidades como individuos y el del respeto por
lo que podemos dar y recibir, intercambiar con quienes comparten nuestra vida-,
es que se llega a la verdadera humildad, aquella que está más
allá de gestos o actitudes exteriores y/u ocasionales, aquella que hasta
en nuestras capacidades ve, más que una posibilidad de beneficio personal,
un ámbito para ofrecer aportes. Los hombres que le citaba a Adolfito,
al principio de la carta, llevaron a la práctica estas convicciones.
Pero hay uno, al que su condición de héroe suele impedir observarlo
realizando el aprendizaje que lo condujo al sitial que ocupa hoy en el corazón
de nuestro pueblo: Artigas. A mí me atrae sobremanera imaginarlo a tu
edad y hasta los 30 años, más o menos, verlo, recorriendo la campaña
con puntas de ganado, rumbo a Brasil, recorriendo pulperías y guitarreadas,
ganándose el respeto y aprendiendo a respetar a quienes lo rodeaban,
lo seguían, convivían con él, en especial, a los humildes,
a ese pobrerío que nunca lo abandonó y al que él siempre
tuvo en cuenta, me agrada, en fin, tratar de seguirlo mientras se hace hombre,
poco a poco, con todas las luchas interiores que ello implica, con todo el trabajo,
consciente e inconsciente, de asimilación e integración de los
aportes que brinda el medio en que nos movemos, exigiéndonos que juzguemos,
aceptemos o rechacemos, verlo formándose en definitiva. Es una práctica
mental que me ha servido y sirve mucho, te aseguro. Como ves, el espacio no
da para más, aunque quedaría tema para rato. Será en otra.
Espero que hayas pasado bien ese martes 5 y que la etapa de la vida que comenzás
te depare, como mínimo, tantas satisfacciones como a mí, pues
pese a los errores que cometa que no fueron pocos, si hago un balance, el saldo
sigue siendo positivo, época que me brindó, entre otras cosas
tan o más importantes, el conocimiento de la hermosura, los primeros
momentos de felicidad, la amistad, el compañerismo . . . verdaderamente,
valió la pena ser vivida"
TESTIMONIO
Adolfo Wassen Mosquera
A fines de 1980 el Nepo se encontraba en Paso de los Toros y tenía un
bulto en la parte izquierda del cuello y tenía dolores ahí. Yo
en ese momento era muy chico y lo veía bastante espaciadamente por las
condiciones que estaba él, se notaba que tenía dolores y que estaba
muy mal atendido. Le daban calmantes pero que no surtían efecto ni los
inyectables; no se le atendía con médico ni se le hacían
análisis, por un tiempo bastante grande y en las mismas condiciones que
cualquier rehén, para nada cambió la condición de ese bulto
que tenía o los dolores que sentía, sino que siguió como
los otros rehenes, en las mismas condiciones.
Cuando estaba en Paso de los Toros las visitas eran bastante jodidas, reprimidas,
censuradas. Antes de entrar a la visita era revisado como siempre, después
se entraba a la sala de visita con un militar en la puerta, adentro había
dos soldados con armas automáticas, metralletas, dos soldados más
con perros, dos oficiales; en la parte en que estaba yo, había un milico
y una milica. Del otro lado había un muro de un metro con una reja hasta
el techo, después de una separación de medio metro estaba él.
Ahí nunca le pude dar un beso ni nada, lo veía dificultosamente
por la reja. En el medio había otro soldado con una metralleta, que cuando
se decía algo prohibido bajaba el arma y podía llegar a cortar
la visita. Se podía hablar de la familia, de fútbol y nada más.
Aparte, atrás de él había un soldado, un milico con un
palo.
Las visitas eran cada 15 días, cuando no había sanciones o traslados,
yo lo veía en esos momentos. Porque lo veía en esas condiciones
lo visitaba bastante espaciosamente, por mi edad, porque me afectaba bastante,
de todas formas iba cada tanto, la que iba siempre principalmente era mi abuela,
a pesar de que tenía hemiplegia, siempre iba.
Las visitas en los otros cuarteles y desde que empezó a ser rehén
tenían características parecidas. En ningún momento hubo
un contacto directo con él, nunca le pude dar un beso ni estar en contacto
físico directo, en general esa era la característica, excepcionalmente
en algunos cuarteles se le podía dar un beso cuando yo era más
chico pero la regla era que no podía haber contacto fíSICO. Por
otra parte, por lo general había algún guardia armado y oficiales
también armados y en algunos casos él estaba esposado en la visita,
esposado o atado con alambre o lo que sea. Esa fue la característica
general desde que él fue rehén en todos los cuarteles y no cambió.
En marzo del año 1981 fue trasladado al hospital, yo en ese momento no
sabía por qué ni nada por el estilo, no tenía idea que
podía ser por los bultos.
Estuve en el hospital y me enteré que podía estar por un tiempo
bastante largo y me enteré de la enfermedad, o sea del tipo de enfermedad
que era, que era un tumor, pero que podía ser extirpable, que podía
sacarse, que podía curarse, eso era lo que se decía. En efecto,
fue operado. Después por un tiempo no hubo visitas, no hubo nada.
Después está un mes en el hospital y el régimen de visitas
es quince minutos cada quince días. Entonces prácticamente yo
no lo pude ver, yo no lo vi en ese periodo en que estuvo en el hospital, no
lo vi.
Después que lo operaron le hicieron un tratamiento con bomba de cobalto,
era una serie de bombas de cobalto, veinte. Un período después
se dijo que iba a volver prácticamente cada mes mientras se le diera
bomba de cobalto y hacer análisis para el tratamiento.
Se fue al cuartel, por supuesto que en las mismas condiciones, no cambió
nada por la enfermedad, y ya se sabía la gravedad de la enfermedad y
todo lo demás. Por eso no cambió nada el régimen de tratamiento,
sino que era totalmente igual, o sea igual que en todos los rehenes, el aislamiento
v las condiciones de los calabozos. Y después volvía cada un mes,
más o menos, un mes y medio, volvía nuevamente al hospital para
la bomba de cobalto y tratamiento. Le hicieron veinte aplicaciones de bomba
de cobalto y luego de eso empezó un tratamiento de quimioterapia, que
eso fue desde... Digamos, la bomba de cobalto terminó mas o menos en
el 81, mas o menos a mediados del 81. Después de eso empezó el
tratamiento de citostáticos, de quimioterapia, que fueron durante el
81 y todo el 82.
Después de operado, lo vi en el cuartel. En el hospital estaba también
el régimen de aislamiento total, no estaba con los demás presos
de Libertad, sino que estaba totalmente aislado, solo.
Lo trasladan al cuartel de Durazno a mediados del 82. Ahí en ese momento
lo traen en setiembre hasta acá, y después de setiembre a marzo
no lo tratan. Está sin ningún tipo de tratamiento hasta marzo
de! 83. Lo traen en marzo del 83 y a los diez días más o menos
que vuelve, él, haciendo gimnasia, nota que tiene otro tumor, que tiene
otro bulto del otro lado del cuello. El se da cuenta, diez días después
que vuelve del hospital, pide médico del cuartel, lo revisa el médico
y le dice que espere unos días para que se pueda ver si se agranda o
no, si simplemente es una inflamación o algo de eso. Entonces le da un
antiinflamatono v le dice que espere. Después de eso, o sea, a una semana
más o menos, esperaron, y el tumor creció, el bulto, y lo trasladaron
nuevamente al hospital. Le hicieron una biopsia y descubrieron que era otro
tumor y mandaron operar enseguida.
Nosotros en ese momento recibimos la información de que tenía
otro tumor. Nosotros la información que recibíamos en el hospital
militar era la información que venía de todos los presos, o sea,
era una funcionaría que tenía un informe de cada uno y decía:
pasa esto, esto y esto. No era información directa del médico
ni nada por el estilo. Entonces cuando a nosotros se nos da la información
esa, se nos dice que va a ser operado por que tiene otra tumor, una metástasis,
nos dio ese diagnóstico. Nosotros ahí tratamos por todos los medios
de acudir al médico, a Glaussius, y digamos, no oficialmente fuimos al
consultorio particular de él. Y él nos dijo que él era
un militar, v que recibía órdenes, que no podía dar información.
Y nos dijo, igual, nos dio cierta información, muy poca pero nos dio,
nos dijo que era un tumor, una metástasis. Es operado y siguió
supuestamente viniendo cada dos meses. Se reinició nuevamente el tratamiento
de quimioterapia y empezó a venir nuevamente regularmente cada dos meses
al hospital. Cada vez que venía estaba una semana, una semana y media.
Después volvía nuevamente a las mismas condiciones, a los calabozos,
o sea eso no cambiaba.
Durante todo el 83 estuvo en esas condiciones. Quiere decir que durante las
dos operaciones, el post operatorio lo hacen en los cuarteles. Es decir, está
un tiempo, el mínimo en el hospital, diez días, una cosa así.
Salvo en la primera operación, no porque fue más sino que empezaron
el tratamiento de bomba de cobalto enseguida. Entonces estuvo un tiempo más.
Pero después volvió. Después de la segunda operación
estuvo unos días y volvió nuevamente al cuartel a las mismas condiciones.
Nunca ví la celda, adentro, donde él estuvo en los cuarteles.
Yo en los cuarteles lo veía en la sala de visita. Después en Durazno
la visita era en una sala con una puerta y una ventanita chiquita por donde
yo le veía la cara, él del otro lado de la puerta. Por supuesto
vigilada. Eso fue durante todo el 83 y principios del 84, fue ese régimen
más o menos. De Durazno después al hospital y después volvía
nuevamente cada dos meses, y yo ahí lo empecé a ver más
seguido en Durazno, eso producto de que era un poco más grande, comprendía
un montón de cosas más, entonces iba más seguido y hubo
un acercamiento mayor entre él y yo en ese momento, hasta que en el 84
se produce el traslado de todos los rehenes al penal de Libertad, en Turismo
del 84. Después en abril del 84, cuando recibimos !a noticia por teléfono,
nos dicen que ha sido trasladado al penal, nos dicen el día de la visita
y la hora. Nosotros recibimos la noticia muy bien, con alegría, porque
era toda una lucha que se estaba llevando para el traslado de los rehenes al
penal de Libertad. Nosotros recibimos esa noticia como un triunfo Después
nos dieron la fecha de la visita, la hora...
La visita con él fue de tarde. Las visitas en el penal de Libertad eran
de mañana. Para él solo eran de tarde. Fuimos a esa visita mi
tío mayor y yo. Yo particularmente me encontré con algo completamente
distinto de lo que yo pensaba. Pensaba que eso había significado mucho
para él, que estaría dentro de lo que se puede contento y que
estaría en mejores condiciones que en los cuarteles, por estar en el
penal de Libertad. Ahora nos encontrábamos que estaba en las mismas condiciones,
se le había sacado toda la ropa de abrigo porque no cumplía con
los colores reglamentarios. Y era invierno, y esos calabozos de la isla porque
están hechos con arena de mar son muy húmedos, estaba pasando
bastante mal. Nos encontramos con algo totalmente distinto de lo que pensábamos,
pensábamos encontrarlo mucho mejor por estar en el Penal de Libertad,
y un montón de cosas. Estaba igual, y en algunos casos peor, como el
frío. También se le sacó la lectura y no podía escribir.
Le pude dar un beso al final en esa visita. No fue la primera vez, hubo excepciones
pero hacía mucho tiempo ya, en Durazno y en Paso de los Toros no le dí
nunca, que fueron los dos últimos cuarteles en que estuvo antes de llegar
al penal. En muchos años fue la primera vez. Así fue la primera
visita. Después hubo una serie de visitas más o menos iguales,
en el sentido de que fui yo solo en todo el penal, o la familia sola, no con
otros compañeros. Pero después empezó a regularizarse un
poco la cosa. Empezó a escribir y empezó a pedir libros a la biblioteca.
La imagen de él principalmente de las últimas visitas, de lo que
pude hablar con él y de lo que él pudo decir lo veo como un tipo
común que no es un místico, que es como cualquier otro que por
haberla vivido mucho y por haber pasado lo que pasó, sabe un montón
de cosas, tiene claro un montón de cosas. Durante esas visitas realmente
me ha aportado mucho sobre temas políticos u otros temas como pueden
ser personales, en los que puede significar un militante a lo que puede significar
una persona que piensa de determinada manera o sea como un luchador social.
Que eso fue lo que se reflejó en la visita, o sea cuáles son las
cualidades aparte de la discusión política como pueden ser temas
del momento, teorías en general, principalmente lo que me queda aun más
allá de los errores políticos que pudo haber cometido es la idea
de un militante, lo que tiene que ser, cómo tiene que ser un militante
que piensa luchar por una sociedad más justa, esa es la idea que me queda,
o sea un tipo que en todo momento está entregado a una causa totalmente
y que no es simplemente una entrega en lo declarativo, digamos un discurso muy
lindo o lo que fuera sino que es la práctica clara y concreta la que
avala ese pensamiento y además las características, en cuanto
a la relación con la gente, que se tienen que tener, en cuanto a cómo
tiene que ser ese militante, en cuanto al tema de la humildad, el tema de no
creerse superior sobre todo, el tema por ejemplo de un militante de mi edad
que es tan importante estar en una manifestación como sacar buenas notas
en el liceo, ser un buen estudiante a la vez que un buen militante
Un montón de cosas me quedó de estas visitas, principalmente como
portarse uno de acuerdo con lo que piensa y cómo realmente demostrar
en la práctica lo que piensa y no decir una cosa y hacer otra. En cuanto
a la relación como padre, prácticamente ha sido imposible esa
relación, supuestamente la relación normal de un padre, o sea
vivir con él, criarse con él, estar en todo momento con él
desde que se nace puede no ser prácticamente hasta el final esa relación,
esa relación como es lógico no se pudo dar. O sea que en eso es
una cosa clara, que yo prácticamente como padre a él, ni siquiera
como persona, prácticamente no le pude conocer hasta el fínal,
tampoco lo pude conocer ni nada por el estilo por más que hayan sido
visitas de dos horas diarias, o sea no iba todos los días yo, por supuesto
iban otros familiares, también aunque fueran visitas diarias y bastante
seguidas no se puede dar un conocimiento de lo que puede significar una convivencia
desde que se nace hasta tener cierta independencia. Ese tipo de cosas no se
pudo dar, una verdadera relación como padre no se pudo dar, más
que como padre la relación, si bien yo lo siento como padre por supuesto,
porque por lo que significa él más que una relación de
padre a hijo, lo que se dio fue una relación digamos, no sé si
decir de compañero a compañero o de amigo a amigo.
Más que nada se dio eso ya fue por la situación en que yo me encontraba
en ese momento cuando empecé a conocerlo, ya que prácticamente
tenía quince años, ya estaba digamos, tenía una conciencia
clara de un montón de cosas y ya no era un gurí, y él también
prácticamente a mi tampoco me pudo conocer por la misma situación,
entonces más que una relación de padre a hijo se dio una relación
de amigo a amigo, de compañero a compañero, con un amigo que es
mayor que yo y que tiene una experiencia de vida y que tiene un montón
de cosas que me puede aportar, más que nada se dio eso, también
existe la idea de padre - hijo pero digamos que no fue lo que domina la cosa.
Lo que primó en ese momento, la relación que se dio fue de amigo
a amigo, fue en esas visitas que nos conocimos, no hubo un conocimiento total,
en lo que significa una relación de padre a hijo tiene que haber convivencia
más que nada.
CARTA DE MANUEL FLORES MORA
Carta de Manuel Flores Mora a la cuñada de Adolfo escrita en el Hospital
Italiano donde Maneco convalecía de cáncer.
Querida Iris:
Déjame que le explique a esta gente quién eres. Esta preciosa
es la cuñada de Wassen Alaniz. Dale un beso. Iris: te agradezco el telegrama
de la familia de Wassen y te agradezco su grandeza.
Estos días me da tanta vergüenza, cuando me veo aquí, tan,
tan, tan cuidado, pensar en gente que murió como Adolfo! ¿Te das
cuenta que abandonar a un enfermo al dolor, es mil veces peor que pegarle un
tiro?
Cuéntales cómo Wassen, después de quimioterapias o cosas
así lo ataban y al piso de una camioneta, entre puteadas, a la cárcel
de vuelta, golpeteado en cada bache! Tú, Iris, que lo hablaste con él,
eres testigo que da fe. ¿Cómo está el viejo Wassen?
Dales un beso a cada uno de la familia. En cuanto a las "madres" que
estén tranquilas.
A esperanza un beso menos cuatro. Quiero visitar cuando salga a Wassen viejo.
Un abrazo
Maneco.
ADOLFO WASSEN EL TUPAMARO
"AUN PUEDO HACER ALGO POR LOS COMPAÑEROS"
Esta frase escrita por el NEPO en una carta sacada clandestinamente del Hospital
Militar, cuando desarrollaba su ayuda por la amnistía de todos los presos
políticos- sintetiza todos los valores humanos de un revolucionario especialmente
perseguido. Muy joven, es uno de los rehenes de la dictadura desde el 72 hasta
su muerte en el 84, con un cáncer tardía y deficientemente tratado
es mantenido en las más inhumanas condiciones pese al clamor del pueblo
pidiendo su libertad. Con sus últimas energías acompaña
la movilización popular que impone a los militares el acuerdo de los
partidos de liberar a los presos políticos.
En este librito se trata de reconstruir a través de los testimonios de
su compañera - Sonia -, de su hijo -Adolfo- de otro rehén -Manera-
y también de sus propias cartas la imagen de un hombre que vivió
y murió luchando por una patria compartida.
Nuestra Juventud con el ejemplo de Ibero.
Publicado en "Revista informativa Siempre 26", Diciembre de 1985.
"Donde quiera que se encuentre un militante de la Juventud de nuestro
Movimiento, ya sea en un sindicato, en un centro de estudio o en una cooperativa,
estará participando activamente junto al pueblo en la lucha por una sociedad
más justa".
Los ejemplos de Ibero Gutiérrez, Hugo Dermit y Adolfo Wassen han guiado
y guiarán a la Juventud del Movimiento 26 de Marzo.
Nuestro sector juvenil, viene desarrollando intensas actividades en distintas
áreas de trabajo. En ese marco se realizó un acto en nuestra Casa
Central -Colonia 877-, el día 30 de agosto, en el que se llevó
a cabo la presentación oficial de la Dirección de la Juventud
de nuestro Movimiento 26 de Marzo. La misma está integrada por Raúl
Fernando Sendic, Raúl Vernengo y Ramiro Sendic Rodríguez.
En dicho acto, que tuvo como característica más saliente el clima
de gran alegría y amistad, los compañeros integrantes de la Dirección
de la Juventud realizaron un análisis de la situación política
nacional e internacional, situación y papel de la juventud y por último
un análisis de la situación de la enseñanza.
Con respecto a la situación de la juventud uruguaya, Raúl F. Sendic,
23 años, estudiante avanzado de la Facultad de Medicina, opinó
que "no podemos ver la situación uruguaya aislada de lo que es la
situación que vive nuestro pueblo, toda América Latina y el Mundo
dependiente. Hoy, todos los pueblos latinoamericanos y todos los jóvenes
del continente estamos afectados por los mismos males. Estamos enfrentados a
una misma situación de crisis, la peor que hemos sufrido hasta el momento."
Acerca de la situación de la enseñanza expresó: "Hay
dos factores fundamentales que han llevado a la enseñanza a la desastrosa
situación en que hoy se encuentra. Uno de ellos es la política
de la dictadura que fue nefasta en todos los sentidos y que se ensañó
especialmente con la enseñanza. El otro factor condicionante es la profunda
crisis económica. Esta ha incidido directamente en su pauperización."
Ramiro Sendic, 21 años, quien cursa estudios de Ingeniería Química,
agregó que "las soluciones del problema de la enseñanza no
deben ir en perjuicio de los demás sectores del país, que también
están en una situación de crisis. Hay que ver la situación
en que está la Salud en nuestro país. Una carencia total. Hay
que ver la situación en que está la asistencia social, la seguridad
social. Basta ver las pasividades que reciben la mayor parte de los Jubilados.
Todos estos problemas tienen una gran solución común.
El FMI pretende que nosotros paguemos por concepto de intereses de la deuda
casi 500 millones de dólares. ¿Cómo es posible eso cuando
el presupuesto nacional estimado para este año es de 1200 millones de
dólares? La solución común, entonces, es no pagar esos
intereses, no pagar esa deuda, no pagar la deuda externa."
Haciendo referencia a las características que tiene el trabajo y la movilización
de los jóvenes de nuestro Movimiento, el compañero Raúl
Vernengo, 22 años, estudiante de secundaria dijo: "Nuestra Juventud
se encuentra integrada a la totalidad de las tareas que lleva adelante nuestro
Movimiento.
Damos un especial significado a la profundización político-ideológica
de los compañeros y consideramos de gran importancia el desarrollo de
las relaciones de amistad y camaradería en la militancia. En ese sentido
se han realizado a nivel nacional varias jornadas de amistad y camaradería
que han sido de una gran utilidad para el logro de estos fines.
Nuestra Juventud juega un papel dinamizador. Ya en la cárcel, como en
el exilio y en la clandestinidad, jugó un papel importantísimo
en el desarrollo de la lucha. Su valentía, su decisión y su honestidad
la han hecho estar en la primera línea de enfrentamiento del fascismo,
del imperialismo. Los ejemplos de Ibero Gutiérrez, Hugo Dermit y Adolfo
Wassen han guiado y guiarán a la Juventud del Movimiento 26 de Marzo.
En ellos se sintetizan los mejores valores de un revolucionario. Su modestia,
su sencillez, su valentía, su entrega a los demás, su firmeza,
que aspiramos a desarrollar en cada uno de nosotros y proyectar hacia toda la
juventud uruguaya."
Publicado en diario cooperativo La Hora del 17 de julio de 1984
«Wassem ya no se levanta»
Continúa en el Hospital Militar la huelga de hambre de Adolfo Wassem,
internado desde el 29 de mayo por encontrársele dos tumores en el pulmón
y tres en el hígado.
Según informaciones de las Madres y Familiares de Procesados por la Justicia
Militar, pudimos saber que el integrante del Movimiento de Liberación
Nacional (MLN) pesa 52 kilos y ya no se puede levantar de la cama, estando lúcido
y anímicamente bien por el momento. Su esposa, Sonia Mosquera, detenida
hace doce años en el Penal de Punta Rieles pudo verlo solo en dos oportunidades;
mientras que las visitas de sus familiares son de dos horas por día.
Diferentes organismos como la Misión de Buena Voluntad Latinoamericana
integrada por cuarenta parlamentarios de diversos países y el Colegio
de Abogados se interesaron por la situación en que se encuentra.
También se pudo saber por Familiares de Procesados que existen doce presos
políticos con alto riesgo de morir, por lo cual se pide la libertad de
ellos.
NULAS POSIBILIDADES DE VIDA PARA DIRIGENTE
TUPAMARO PRESO
Buenos Aires, julio 5 de 1984
El anuncio de los familiares de Adolfo Wassen , uno de los rehenes tupamaros
en huelga de hambre desde el sábado,de que éste tenía nulas
posibilidadesde vida, conmocionó a la opinión pública.
Wassen se encuentra en ayuno voluntario "hasta morir" en reclamo de
una amnistía general e irrestricta para los casi 8OO presos políticos
de Uruguay. Los familiares del prisionero agregaron que Wassen había
pedido que lo dejaran morir en su domicilio, pero la solicitud fue negada por
el régimen militar y actualmente se encuentra recluido en un hospital
de las fuerzas armadas, donde se le permiten visitas diarias de dos horas debido
a su grave estado de salud. Sin embargo, a su esposa. Sonia Mosquera, también
recluida en el mismo hospital y en prisión desde hace 12 años,
se la ha prohibido reunirse con él. Adolfo Wassen Alaniz tiene actualmente
37 años y está en prisión desde 1972 por actividades contra
el gobierno de Uruguay y por ser miembro de por ser la Dirección del
Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros. En 1968 fue herido por la
policía durante una manifestación de protesta. En dos ocasiones
sufrió detenciones -la última de ellas en 1972- y torturas prolongadas.
A los tres años de estar arrestado compareció en juicio abierto
ante un jurado militar y no es hasta 1982 que se le condena a 30 años
de cárcel más 10 ó 15 años de "medidas de seguridad".
En diciembre de 1980 comienza a sufrir dolores en el hombro y le aparece al
mismo tiempo un tumor canceroso en la parte superior del cuello del cual fue
operado- Cuatro meses después de la intervención quirúrgica
fue nuevamente a la celda subterránea de Paso de los Toros. Recientemente,
junto a otros ocho dirigentes tupamaros fue trasladado al penal Libertad, cerca
de Montevideo. Wassen, Raúl Sendic, Henry Engler, Eleuterio Fernández,
Jorge Manera, Julio Marenales, José Mujica, Mauricio Rosencof y Jorge
Zabalza, permanecen como rehenes del gobierno militar bajo la amenaza de que
si resurgen focos de resistencia armada serán ejecutados.
El hijo de Raúl Sendic participa también en nuestra conversación. El ha regresado recientemente de Uruguay, donde pudo entrevistarse con su padre. Pude en esta visita a mi país entrevistarme con familiares de los rehenes. El compañero Wassen es el que presenta las peores condiciones físicas de los nueve rehenes. Wassen, al igual que el resto de los compañeros, ha mantenido una actitud muy combativa. El sabe que esta herido de muerte, pero quiere combatir hasta el final. Enfrenta la situación con la misma firmeza que antes enfrentó a los militares en las calles, Me parece importante señalar que familiares de los detenidos y representantes de diversos sectores de Uruguay se han sumado a la huelga de hambre en apoyo aI ayuno que hace Wassen. El pueblo levanta a estos rehenes como banderas de lucha, como muestra de que quiere la amnistía y el regreso de los exiliados.
Viernes 27 de Julio de 1984 . LA VOZ
Morir en libertad, el último deseo de Wassen
Wassen, su mujer y su hijo, son tres de los 5.000 mil orientales que conocieron
las cárceles y los cuarteles por dentro en los últimos 15 años
y que en su gran mayoría fueron sometidos a las más degradantes
prácticas de tortura. La ex Suiza de América se transformó
en un laboratorio de ensayo de torturas. Para vergüenza nuestra -de los
brasileños- la primera tecnología de tortura fue importada de
Brasil. El tristemente famoso comisario Sergio Fleury introdujo en Uruguay el
"Pau-de-Araráfí. A través de Dan Mitrione -que terminó
pagando con la vida sus crímenes. Los métodos fueron perfeccionados
con el 'lknow how" estadounidense. Finalmente los servicios de inteligencia
de Israel completaron el esquema siniestro con sus enseñanzas de tortura
sicológica.
Adolfo Wassen, junto a Raúl Sendic, Julio Marenales, Manera Lluvera,
Mauricio Rosencoff, Mario Engler, Fernández Huidobro, Pedro Zabalza y
Mujica Cordano -integrantes de la dirección tupamara- fueron considerados
por el gobierno militar como rehenes igualmente nueve jóvenes mujeres:
Jessie Macchi, Raquel Dupont, Gracia Dri, Estela Sánchez, María
Elena Curbelo, Flavia Schilling, Cristina Cabrera. Lía Maciel, Miriam
Montero y Alba Antúnes, fueron sacadas de Punta Rieles e incluidas en
la categoría de rehenes.
Llevados a los cuarteles del Ejército donde eran mantenidos incomunicados
en calabozos cambiados casi cada dos meses a otros cuarteles (la inestabilidad
provocada de forma artificial es una de las formas más sofisticadas de
tortura sicológica), amenazados permanentemente de fusilamiento en caso
de verificarse un atentado contra algún integrante de las Fuerzas Armadas,
sometidos a todo tipo de torturas, malos tratos y humillaciones, ese grupo de
militantes revolucionarios debe haber vivido una de las más brutales
páginas de la historia de la crueldad humana
El 'Vía Crucis" de las muchachas tupas se extendió por 40
meses. Fueron finalmente reconducidas a Punta Rieles. Algunas de ellas como
Flavia Schilling (ésta gracias a una formidable campaña de solidaridad
protagonizada por el pueblo brasileño) ya están en libertad. Otras
continúan presas sometidas, junto a las demás detenidas en la
cárcel femenina, a todo tipo de presiones sicológicas y castigos
físicos.
El infierno que padecieron los integrantes de la dirección "tupa”
tuvo una duración de once años. Algunos, como Sendic pasaron años
en el fondo de un pozo aislado de todo y de todos. Ahora la situación
mejoró un poco. Fueron trasladados al penal de Libertad, pero sigue la
incomunicación y están en el tristemente famoso segundo piso.
Existen otros presos en condiciones equivalentes a las de Wassen gravemente
enfermos, algunos irremediablemente condenados a ¡a muerte. Entre otros,
Oscar Bernatti, Angel Yoldi. Jorge Lemas. Antonio Mas, Daymar Cabrera, Nélida
Fontora. Juan Acuña Germán Molina, José Marqués,
Humberto Pérez y Alberto del Campo.
Wassen sabe que está a pocos pasos de la muerte. Sabe que nada puede
esperar de esa vida de la cual aprovechó -en términos convencionales-
muy poco. Tiene una sola reivindicación: morir en libertad. Es para alcanzar
ese objetivo que desde el 30 de junio está haciendo huelga de hambre.
El lucha su última, su verdadera batalla por algunas semanas de libertad.
Pero los militares uruguayos disputando e! puesto de los más “duros''
del continente no ceden, ni siquiera frente a la muerte inminente.
Personalidades brasileñas y entidades diversas están dirigiendo
cables al dictador Gregorio Alvarez exigiendo la liberación de Wassen
Alaniz
Existe una posibilidad, aunque muy limitada de que esa presión permita
a Wassen usufructuar un poco de libertad -el bien más grande del hombre-
antes de morir.
por Paulo R. Schilling Corresponsal de LA VOZ en San Pablo.
Viernes 27 de Julio de 1984 . LA VOZ
Abren el juego en Uruguay
Un decreto anuló parcialmente la inhabilitación del Frente Amplio.
MONTEVIDEO, (Especial). - El gobierno de facto uruguayo levantó ayer
parcialmente la proscripción que pesaba desde hace once años sobre
el nucleamiento polipartidario Frente Amplio, mediante un decreto que dejó
sin efecto las inhabilitaciones impuestas a la democracia cristiana y el socialismo,
dos de los sectores componentes de la coalición centro-izquierdista.
La medida alcanza asimismo a alrededor de 7 mil dirigentes pertenecientes a
esas corrientes políticas, quienes estaban privados de ejercer en plenitud
sus derechos ciudadanos. No obstante, quedan aún prohibidos de funcionar
a la luz pública el Partido Comunista y otras organizaciones que también
conforman el acuerdo frenteamplista.
La disposición gubernamental es uno de los requisitos exigidos por los
partidos para comenzar un diálogo en firme. tendiente a instrumentar
la salida electoral prometida para el 25 de noviembre próximo. Otro requerimiento
de los civiles, que todavía se halla en etapa de discusión, es
la concesión de una amplia amnistía a los presos políticos
y gremiales encarcelados en el curso de los últimos catorce años,
así como también la posibilidad de que retornen los exiliados
y la celebración de elecciones sin que subsista cualquier clase de proscripciones.
La noticia de la legalización parcial del Frente Amplio motivó
que los adherentes a la coalición salieran anoche a las calles de Montevideo
para manifestar su satisfacción por el acontecimiento. Como es habitual
se entonaron estribillos en contra de la dictadura militar, por la reivindicación
del general Líber Seregni -el líder sectorial aún inhabilitado-,
la libertad de los presos, la aparición con vida de los desaparecidos
y el castigo a los uniformados responsables de esos secuestros.
La anulación de las actas institucionales que impedían el normal
funcionamiento del Frente Amplio fue comunicada a la dirigencia política
en la tarde de la víspera, en oportunidad de celebrarse un encuentro
entre los líderes partidarios y los comandantes en jefe del Ejército,
la Marina y la Fuerza Aérea.
Julio Sanguinetti, candidato presidencial por el Partido Colorado, enrolado
en el conservadorismo tradicional del Uruguay. dijo al término de la
reunión que el contacto sostenido "ha sido el comienzo formal de
las negociaciones con relación a los términos de la salida electoral".
Hasta el momento los políticos catalogaban como "prediálogo"
a los encuentros que mantenían con los militares mientras esperaban una
actitud aperturista de parte de éstos para iniciar discusiones en firme.
La desproscripción del Frente Amplio, aun con los recortes que el caso
admite, representa en los hechos ese "gesto de buena voluntad” que
estaban aguardando las cúpulas partidarias.
En todos los prolegómenos descriptos ha estado ausente la dirigencia
del Partido Nacional (Blanco) autoexcluida de los trámites a propósito
del encarcelamiento que sufre el candidato presidencial de la organización,
Wiison Ferreira Aldunate.
Los nacionalistas continúan poniendo como condición para retornar
a la mesa de discusiones bilaterales la pronta libertad de Ferreira, encarcelado
el 16 de junio pasado cuando regresó a Montevideo tras once años
de exilio.
Desde entonces los blancos han radicalizado sus manifestaciones públicas
contra el poder militar, protagonizando diariamente actos relámpago en
la capital y las principales ciudades del interior. En tales concentraciones,
la policía no sólo ha tratado de disolverlos de manera rápida
sino que incluso procedió a detener a las personas de mayor notoriedad
que participaban. Así, en reiteradas oportunidades, fue retenida por
algunas horas la propia esposa de Ferreira Aldunate. La última vez ocurrió
durante la noche del martes pasado
Jueves 12 de Julio de 1984 . LA VOZ
EI infierno de Libertad
Tratan de aniquilar física y mentalmente a los rehenes
en Uruguay.
MONTEVIDEO (Especial).- El régimen militar de facto del Uruguay termina
de dar una nueva vuelta dé tuerca sobre la suerte de tres de sus infortunados
prisioneros políticos, acusados de llevar a .cabo actos delictivos en
nombre del Movimiento de Liberación Nacional (MLN-Tupamaros).
A través de una parodia jurídica, simple remedo de la Justicia
legal, los tribunales castrenses aplicaron 30 años de condena al escritor
,Marcos Mauricio Rosencoff, más el agravante de otros diez en carácter
de privación de sus derechos civiles. El estudiante Henry Willy Engler,
a su vez, recibió 30 y 15, respectivamente mientras que el profesor de
Bellas Artes Julio Marenales Sáenz fue castigado con 28 y 10.
Rehenes
Los tres "juzgados" con semejante severidad permanecen en prisión
desde hace doce años y forman parte del grupo de nueve rehenes que los
militares mantienen con vida para ser pasados por las armas en caso de una eventual
acción guerrillera.
Un ex director del penal de Libertad -paradójica denominación
para una mazmorra- confesó no hace mucho, a propósito de la situación
de los presos políticos: "no nos atrevimos a liquidarlos a todos
cuando tuvimos la oportunidad y en el futuro tendremos que soltarlos. Debemos
aprovechar el tiempo que nos queda para volverlos locos".
90 muertos
Y en esa dirección han estado actuando impunemente. Un reciente informe
elaborado por la organización Madres y Familiares de Procesados por la
Justicia Militar da cuenta que más de 90 muertos en prisión por
causas diversas se suman a las largas listas de enfermos graves existentes Con
la ayuda de psicólogos se han creado en los centros de detención,
mecanismos que tienen como único fin atrofiar la conciencia social del
prisionero.
Aislamiento
De ese modo, se les aísla del mundo exterior, prohibiéndose la
entrada de diarios, libros y revistas de actualidad, negando, asimismo, la posibilidad
de que se toquen temas informativos durante la visita de familiares. La extrema
censura en el curso de esos encuentros va desde la postura física en
que deben permanecer los presos, los gestos que no pueden hacer, la vestimenta
y el corte de cabello del visitante.
Todo esto, unido al permanente hostigamiento dentro de los penales, ha logrado.
en muchos casos, quebrar a los detenidos. Son cientos los que sufren trastornos
psíquicos serios, llegando al extremo del suicidio decenas de presos.
Ensañamiento
Las condiciones inhumanas de los 800 afectados se agravan aun más en
el caso concreto de los nueve rehenes quienes no reciben alimentación,
ni en cantidades suficientes, ni en adecuado estado de conservación.
La higiene de los recintos donde se los confina, además de la indumentaria
que visten, es pésima y cuando se les permite salir al aire libre permanecen
encapuchados y esposados. A pesar del acelerado deterioro de salud, tampoco
han recibido adecuada atención medica, lo cual en algunos casos se ha
convertido en un procedimiento más de tortura.
“La demora de los tribunales castrenses en expedirse sobre la presunta
culpabilidad de los prisioneros, el trato inhumano que se les dispensa y el
hecho de someter su suerte a las negociaciones con las cúpulas partidarias,
dejan al desnudo la ilegalidad de los foros donde se sustentaron las condenas.”
Pésimas condiciones también en Punta Rieles
MONTEVIDEO (Especial) -La dictadura militar uruguaya ha destinado el penal de
Punta Rieles para alojar a las mujeres detenidas por razones políticas
y gremiales, sitio donde las prisioneras del régimen de facto padecen
reiterados apaleamientos colectivos e individuales
Al igual de lo que ocurre con los hombres, e! sector femenino, que sobrevive
penosamente en los centros de detención, es hostigado con singular saña
a efectos de quebrar las convicciones de quienes cayeron en manos de los uniformados
Torturados durante años
Graves enfermedades amenazan sus vidas
MONTEVIDEO (Especial)- La situación de salud de los 9 prisioneros - rehenes,
en los 12 años de prisión, se ha caracterizado por un progresivo
agravamiento de sus problemas y por la aparición de nuevos males causados
en lo fundamental por las brutales torturas, las insalubres condiciones de vida
y la falta absoluta de asistencia medica adecuada
Raúl Sendic Antonaccio (58 años, dirigente del Movimiento de Liberación
Nacional - Tupamaros), padece de una hernia inguinal, producto de un culatazo
recibido en una de las innumerables sesiones de tortura a que fue sometido.
El prolongado encierro en un aljibe, sin ventilación y con una gran humedad
ambiental, le provoco serios trastornos en las vías respiratorias. Presenta
además síntomas de afecciones cardíacas.
Jorge Manera LLuveras (55 años, co-fundador del MLN), sufre de glaucoma.
A pesar de este diagnóstico, hecho por médicos militares, no se
le ha prestado aún atención. El mal amenaza dejarlo ciego a breve
plazo.
Julio Marenales Sáenz (54 años, co-fundador del MLN), fue herido
en el momento de su detención en el pecho y las piernas. Los proyectiles
se le extrajeron sin aplicarle anestesia. Tiene trastornos circulatorios pulmonares
y avitaminosis grave
Eleuterio Fernández Huidobro (45 años, co-fundador del MLN), presenta
trastornos digestivos y circulatorios, además de una importante avitaminosis
Adolfo Wassen Alaniz (38 años. ex dirigente estudiantil, fue operado
de un tumor maligno en el cuello después de haber sido tratado de tan
grave dolencia con analgésicos. En los últimos días trascendió
que sufre de idéntica afección en los pulmones y el hígado.
Desde el 30 de junio pasado se halla en huelga de hambre
Henry Engler Golovchenko (38 años, ex estudiante de medicina), presenta
un delicado estado como consecuencia de la subalimentación y los malos
tratos. Tiene avitaminosis aguda y problemas circulatorios y visuales.
Mauricio Rosencoff Silbermann (48 años, periodista y literato), llegó
a estar en coma en tres oportunidades a causa de las torturas recibidas. Sufre
de artritis aguda y tiene dificultades renales y visuales.
Jorge Zabalza Waksman (41 años miembro de una familia tradicionalmente
nacionalista) padece de asma y experimenta trastornos digestivos y propios de
su estado anímico.
José Alberto Mujica Cordano (52 años miembro del MLN), está
próximo a quedar ciego como consecuencia de no haber sido atendido cuando
se le declararon los primeros síntomas. Tiene problemas digestivos y
avitaminosis.
Publicado el 11 de Junio de 1984 en LA VOZ
Uruguay exige amnistía
Continúa la movilización popular pese a la intransigencia militar.
MONTEVIDEO (Especial) - Los partidos políticos y el gobierno militar
de facto del Uruguay se hallan trabados en una dura controversia para imponer
sus respectivas condiciones con vistas a la próxima salida democrática.
El pueblo, mientras tanto, que procura incidir en las decisiones, volvió
a movilizarse para exigir la instrumentación de una amnistía general
e irrestricta.
Los reclamos de libertad también están siendo apoyados por dos
decenas de ayunadores que llevan adelante la medida luego de una convocatoria
en ese sentido formulada por las organizaciones políticas, sindicales,
estudiantiles y sociales que vienen enfrentando al régimen sin otorgar
concesiones.
Según pudo conocerse, las Fuerzas Armadas rechazaron en primera instancia
el pedido de amnistía general y la solicitud de desproscripción
de la coalición centro-izquierdista Frente Amplio, durante la ronda inicial
de conversaciones que inauguraron hacia fines de la semana pasada con representantes
del propio frenteamplismo, el partido Colorado y la Unión Cívica.
La desproscripción del Frente Amplio encontraría sin embargo alguna
forma de viabilidad, ya que si bien no se habilitaría a la coalición
como tal se decretaría la legalidad de alguno de los partidos que la
componen. Ya en 1971, en ocasión de la última consulta electoral,
el acuerdo centro-izquierdista tampoco figuró como un nucleamiento.
LUEGO DE LA PRIMERA FASE DE conversaciones, los militares deberán responder
sobre un pedido en firme presentado por los partidos. La solicitud consiste
en cinco puntos. que se sintetizan en una exigencia de "clima propicio",
que permita la reanudación formal de las negociaciones con vista a la
transferencia del poder Los temas en ese sentido son: libertad de prensa, derogación
de las llamadas actas institucionales y pase a la competencia civil de los casos
de supuestas violaciones a la ley de información pública vigente.
Cerca de veinte mil militantes del Frente Amplio, a todo esto, volvieron a ganar
las calles para reivindicar el derecho a la libertad de todos los presos políticos,
la desproscripción de todos los partidos y personas inhabilitadas, la
vuelta de los exiliados, la aparición con vida de los desaparecidos y
el cese de las libertades vigiladas.
Al mismo tiempo una veintena de voluntarios acompaña el ayuno iniciado
el 30 de Junio pasado por Adolfo Wassen Alaniz, preso en calidad de rehén
desde 1972.
La huelga de hambre es propiciada por los organismos Madres y Familiares de
Procesados por la Justicia Militar. Madres y Familiares de Uruguayos Desaparecidos
en la Argentina. Uruguay y Paraguay, el Servicio de Paz y Justicia y el (PIT).
Publicado en diario cooperativo "La Hora" del 18 de noviembre de 1984.
"Ayer falleció en prisión Adolfo Wassen Alaniz"
«LA DICTADURA COBRO UNA NUEVA VICTIMA»
En la madrugada de ayer falleció en el Hospital Militar Adolfo Wassen
Alaniz. Wassen, de 35 años cumplía una pena de 45 años
de prisión.
Fue detenido en 1972 y durante ese período fue recluído en distintos
cuarteles, pasando a ser uno de los 9 rehenes. Vivió por lo tanto en
condiciones infrahumanas, con asistencia médica irregular.
Nunca fue visitado por abogados militares de oficio y sólo muy pocas
veces recibió la visita de su esposa, también detenida y enferma
en Punta de Rieles.
Fue internado el 29 de mayo, tenía tres tumores al hígado y dos
en el pulmón. El 30 de junio comenzó la huelga de hambre exigiendo
la libertad de todos los presos políticos y plenas garantías para
el retorno de los exiliados. La protesta fue levantada el 25 de agosto, cuando
comenzaron a ser liberados algunos detenidos, en el marco de los avances realizados
por las fuerzas sociales y los partidos políticos.
Es una víctima más que fallece en prisión, sumándose
a Rivero, Roslik, Leivas, Yoldi, Martínez Addiego y Bernatti.
Sus restos son velados en Pan de Azúcar 2576 casi 8 de octubre y el sepelio
está previsto para las 10 horas. Y desde Propios y Burgues partirá
una marcha a pie hasta el Cementerio del Norte.
De Madres y Familiares Procesados por la
Justicia Militar
Montevideo, 17 de noviembre de 1984
Rivero, Roslik, Leivas, Yoldi, Martínez Addiego, Bernatti y ayer Adolfo
Wassen. 7 víctimas que expresan todas las armas que la dictadura militar
ha utilizado para la destrucción de los detenidos. La tortura hasta la
muerte, el hostigamiento síquico planificado y permanente que lleva en
muchos casos al suicidio, la omisión de asistencia deliberada que permite
que enfermedades que podían haber sido curables se transformen en causa
inevitable de la muerte.
Seguramente estos 7 nombres no aparecerán en ningún comunicado
de la DINARP.
Los militares son responsables directos de la muerte de Adolfo Wassen porque
le negaron asistencia durante más de un año, pese a sus reiterados
reclamos y al avance de su enfermedad. Porque luego de que le extirparan un
tumor lo devolvieron a una celda subterránea en el cuartel de Paso de
los Toros. Pero también son responsables de la forma en que lo obligaron
a morir: aislado e incomunicado en un calabozo de castigo del Hospital Militar.
Así agonizó Wassen durante 6 meses.
Desde su detención en 1972 y durante 11 años se le mantuvo en
calidad de rehén con la amenaza de ser ejecutado por sus carceleros,
en celdas subterráneas o aljibes, sin ver durante años la luz
del sol, en el peor aislamiento que se haya conocido en la historia nacional.
Sólo el deseo de llevar la venganza hasta sus últimas consecuencias
explica este proceder de los militares.
Mientras el país entero centra su atención en el proceso electoral,
los familiares vemos con dolor y rabia cómo mueren uno a uno nuestros
presos y afirmamos que hay un lugar donde el terrorismo de Estado subsiste intacto
y actúa con impunidad: las cárceles militares.
La Cruz Roja internacional había solicitado al gobierno la libertad por
razones humanitarias de 12 detenidos en grave estado de salud. Los familiares
iniciamos en junio una intensa campaña tendiente a lograr su liberación
y advertimos que corrían serios riesgos de muerte. De esta lista ya han
muerto 4.
Todos somos responsables de que estos hechos dejen de ocurrir y no vuelvan a
repetirse en nuestro país. Hacemos un llamado a todas las organizaciones
políticas y sociales y al pueblo en general a redoblar la lucha por la
libertad de los enfermos restantes, y por el logro de la Amnistía General
Irrestricta e Inmediata.
Madres y Familiares de Procesados por la Justicia Militar.
CONVOCATORIA del FRENTE AMPLIO
Comunicado de Prensa
Ante la muerte de Adolfo Wassen Alaniz, el Frente Amplio exhorta a participar
de su sepelio exclusivamente con símbolos nacionales, en una demostración
pacífica y silenciosa de lucha por los derechos humanos y Amnistía
General e Irrestricta.
Plenario Nacional
SOLIDARIDAD de LA HORA
El colectivo de trabajadores del Diario Cooperativo LA HORA expresa su más
firme repudio ante la soberbia, insensibilidad e intransigencia de la dictadura,
que desoyó el clamor popular de libertad para Adolfo Wassen y demás
presos políticos.
Ante la muerte en prisión de otro hijo del pueblo hace llegar a sus familiares
su sincero dolor y manifiesta su decisión de continuar el combate por
la amnistía general e irrestricta.
AVISOS SOLIDARIOS:
El Partido Comunista del Uruguay participa con profundo dolor el fallecimiento
del compañero Adolfo Wassen Alaniz, ocurrido el 17 de noviembre, e invita
a concurrir al acto de sepelio. PARTIDO COMUNISTA.
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La Unión de Juventudes Comunistas expresa su dolor ante la muerte en
prisión de Adolfo Wassen Alaniz e invita a participar del sepelio a realizarse
hoy a las 10 horas en el Cementerio del Norte y a la marcha previa que saldrá
de Burgues y Propios.
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La Izquierda Democrática Independiente participa con profundo dolor
el fallecimiento producido en el día de ayer del compañero Adolfo
Wassen Alaniz. IDI-FA.
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La Asociación de Mujeres Uruguayas "Lourdes Pintos" hace un
llamamiento al pueblo uruguayo para que, frente a la muerte de Adolfo Wassen,
todas las organizaciones políticas, sindicales, gremiales, etc., se comprometan
a reforzar su lucha por una Amnistía total ahora para arrancar a nuestros
presos de las cárceles de la dictadura.
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El Movimiento de Independientes 26 de Marzo exhorta a todo el pueblo uruguayo
a concurrir al sepelio del compañero Adolfo Wassen. Hoy, frente a otro
crimen de la dictadura, es necesario más que nunca reafirmar la lucha
del pueblo por una Amnistía Total no recíproca ahora.
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ASCEEP-FES de Liceo Nº 6 "Francisco Bauzá" condena la
muerte en prisión de Adolfo Wassen y levanta hoy más que nunca
las banderas de libertad y Amnistía General e Irrestricta como medidas
únicas de pacificación y de justicia.
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La coalición Democracia Avanzada, integrante del Frente Amplio, participa
con profundo pesar el fallecimiento del compañero Adolfo Wassen Alaniz,
ocurrido en el día de ayer, 17 de noviembre, e invita a concurrir al
acto del sepelio. DEMOCRACIA AVANZADA (F.A.).
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Los estudiantes del I.A.V.A. ante la muerte de Adolfo Wassen Alaniz que pasa
a engrosar la lista de los mártires de nuestro pueblo, levanta la necesaria
bandera de una Amnistía General e Irrestricta.
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Los estudiantes agremiados en ASCEEP-FES, asumen hoy una vez más, ante
la muerte de Adolfo Wassen Alaniz, el compromiso de redoblar la lucha por una
Amnistía General e Irrestricta que signifique la liberación de
todos los presos políticos.
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CTE. COMPAÑEROS SUSPENDE ACTIVIDAD. La actividad del Cté. funcional de electrodomésticos programada (anunciada en pág. 4) en el local del Cté. Compañeros, (Feliciano Rodríguez 2765) se suspende a raíz del sepelio de Wassen Alaniz.
ADOLFO WASSEN ALANIZ
Falleció en el Hospital Militar el 17 de noviembre de 1984. Casado con
Sonia Mosquera detenida en Punta de Rieles, tenían un hijo: Adolfo. Estudiante
de Derecho. Detenido dos veces: en 1971 y 1972, gravemente torturado en los
Batallones 1 y 13 de Infantería. Intenta suicidarse en el cuartel de
Paso de los Toros. Durante 11 años fue mantenido en calidad de "rehén"
de la dictadura y bajo amenaza de muerte en cuarteles del interior, en celdas
subterráneas, sin ver el sol, en el peor aislamiento que se haya conocido
en la historia nacional. En abril de 1980 comienza a tener fuertes dolores en
el cuello y notar un bulto. Se le trató con calmantes y anti inflamatorios
hasta abril del '81, cuando es trasladado al Hospital Militar debido a que el
bulto crecía y persistían los dolores. Se le diagnosticó
hemangio perisitoma maligno. Es operado en mayo, se le extirpa el tumor y recibe
aplicaciones de cobalto, prescribiéndosele un tratamiento consistente
en citostáticos, controles de sangre, orina, placas de tórax y
electrocardiogramas cada 4 a 6 semanas. Durante 1981 el tratamiento fue cumplido;
luego comienzan los controles esporádicos, llegando a pasar más
de 6 meses sin atención médica. En todos los casos, luego de la
atención en el Hospital, era devuelto al calabozo del cuartel, en las
mismas condiciones que los otros rehenes. En mayo de 1983 estando en el cuartel
nota un nuevo bulto, se le trata nuevamente con antiinflamatorios y luego de
comprobar su crecimiento es nuevamente intervenido, extirpándosele un
nuevo tumor, metástasis del anterior, ahora en el lado derecho del cuello.
Continúa el tratamiento citostático hasta noviembre de 1983, en
que el médico decide interrumpirlo porque ha llegado a la "dosis
techo", es decir, que de allí en más corre peligro de provocar
ataque al miocardio. El 25 de mayo de 1984 es trasladado definitivamente al
Hospital Militar, donde su estado se agrava, encontrándosele 3 nuevos
tumores en el hígado y 2 en el pulmón. Muere el 17 de noviembre
de 1984, a los 37 años de edad, y mientras cumplía una condena
de 30 años de prisión y 15 de medidas de seguridad.
EL SAPITO MANUEL
(poesía para niños, escrita por Wassen)
El sapito Manuel astronauta
la luna de enero quiso visitar
en un cohete de caña y papel de cometa
que pronto empezó a fabricar.
Lo ayudó su amigo Gervasio,
un búho muy viejo de oficio albañil,
y un hermoso cohete anaranjado
la gente del charco los vio construir.
Esa noche Manuel con su traje
astronauta de espuma y su casco de flor,
despidióse de padres y amigos,
dio un beso a su novia y en el se trepó.
Cual un ojo amarillo del cielo,
la luna entre sauces su cara asomó
y arrastrando el cohete de una piola,
el búho Gervasio vuelo levantó.
Reventóse la piola y la nave
junto a su piloto se precipito
y fue un bote flotando en la luna,
que allí en la laguna su luz reflejo.
Se vio entonces que el búho Gervasio
al lloroso Manuel intentó consolar
explicándole como en el charco,
a la luna también la podía visitar.
Adolfo Wassen Alaniz