3 de enero de 2007

MENSAJE DE LA 36

PERIODISMO, TAREA PELIGROSA



En el mundo no está fácil la cosa para los periodistas.
De acuerdo a los datos brindados por la mayoría de las agencias de noticias de todo el mundo el año 2006 ha sido el más mortífero para la prensa desde 1994, con al menos 81 periodistas asesinados en 21 países en el ejercicio de su profesión o por expresar sus opiniones. Según la organización Reporteros Sin Fronteras de ellos, 39 murieron en Irak y nueve en México.
Además, 32 colaboradores de medios de comunicación, como choferes, traductores, técnicos o agentes de seguridad fueron asesinados en el mundo.
La organización defensora de la libertad de prensa contabiliza a 871 periodistas detenidos este año, 1.472 agredidos o amenazados un récord y 912 medios de comunicación censurados.

Tras señalar que el récord de agresiones y amenazas puede estar ligado al elevado número de campañas electorales, recordó que en Perú, el pasado mes de marzo, un mes antes de los comicios presidenciales, había contabilizado ya más de una decena de casos de agresión a periodistas y otros tantos de amenazas.
En Marilia, Brasil, los partidarios de un político local saquearon los locales de un diario el día de la primera vuelta de las elecciones, indica el informe.

Con al menos 56 periodistas secuestrados en 2006 en una decena de países seis en Gaza, que fueron liberados, y 17 en Irak, donde seis fueron ejecutados, Reporteros Sin Fronteras señaló que el secuestro de periodistas se ha convertido en “una preocupación suplementaria”.
Por cuarto año consecutivo, Irak ha sido el país más peligroso para los profesionales de los medios de comunicación.
En el curso del año, 64 periodistas o colaboradores de medios encontraron la muerte en Irak, con lo que desde el comienzo de la guerra en 2003, 139 periodistas han muerto en este país, es decir, más del doble que en los 20 años de la guerra de Vietnam entre 1955 y 1975.
Las víctimas han sido periodistas iraquíes en casi el 90% de los casos, indica Reporteros Sin Frontera, al denunciar que las investigaciones son “rarísimas y nunca conducen a nada”.

México se ha convertido en el segundo país más peligroso para los periodistas, “el más mortífero del continente americano”, por delante de Colombia con 3 muertos, recalca la organización.
En 2006, nueve periodistas perdieron la vida en México porque “investigaban sobre los narcotraficantes o cubrían movimientos sociales violentos”, indica, al mencionar la muerte a tiros de un cámara estadounidense en Oaxaca el pasado octubre y la del director del mensual “Dos Caras, una verdad”, especializado en información sobre los asesinatos no esclarecidos y el tráfico de drogas.

Por otro lado, con 41 periodistas asesinados, Oriente Medio y el Magreb constituyen las regiones con más muertos. Asia, con 517 agredidos o amenazados y 328 detenidos, está a la par con América por el número de periodistas muertos 16, entre ellos seis en Filipinas, tres en Sri Lanka, dos en China y otros tantos en la India y Pakistán. En África hubo tres.

En la antigua Unión Soviética, hubo tres periodistas muertos en Rusia 21 en total desde la llegada al poder del presidente Vladimir Putin en marzo de 2000, uno en Turkmenistán y otro en Kazajistán.

Según relata el periódico Mexicano La Jornada en el avance de su informe anual, presentado ayer en la ciudad europea de Bruselas, la Federación Internacional de Periodistas FIP también calificó a México como el país latinoamericano más peligroso para los comunicadores que profesionalmente abordan los temas de crimen y corrupción y precisó que en el plano internacional para los trabajadores de los medios de información 2006 fue “un año de brutalidad sin precedentes”.

Ante la contundencia de sus cifras, la FIP urgió a los miembros de la Organización de Naciones Unidas ONU a emprender acciones “contra países que permiten la impunidad en casos de periodistas asesinados”.

En su reporte, el organismo internacional precisa que en México ocurrieron el año pasado 10 asesinatos de periodistas de investigación, lo que coloca al país por encima de Colombia.
Informa que en ese periodo en México se hallan además cuatro periodistas desaparecidos, sólo comparado en el mismo rubro en la región con uno que se reporta en Paraguay.

El organismo afirma que 2006 fue un año trágico para los medios de comunicación en el mundo, con un registro histórico de 155 muertes y asesinatos sin esclarecer. Aclara que no incluye las muertes accidentales, pero sí las 22 producidas durante el ejercicio del periodismo.

En su balance Periodismo bajo el filo de la espada, que será publicado íntegramente a mediados del mes, la Federación Internacional de Periodismo destaca que entre otras partes del mundo en América Latina “la violencia continúa” y que se trata de una región que en un año cobró la vida de 37 trabajadores de medios.

El secretario general del organismo, conformado por medio millón de miembros en más de 100 países, Aidan White, refirió en un comunicado difundido ayer que “los medios de comunicación se han tornado más poderosos y el periodismo más peligroso”.
De acuerdo con sus datos recabados, precisó que 2006 “fue el peor año registrado en cuanto a ataques directos y brutalidad e impunidad continua en casos de periodistas muertos”.

La federación destacó que las cifras crecieron durante el año debido al conflicto civil y la resistencia a la ocupación militar en Irak. Señaló que esa nación los medios de comunicación se convirtieron en objetivo primordial de ataques terroristas o víctimas de soldados, lo que en el 2006 ocasionó la muerte de 68 trabajadores de medios que, contabilizados con los que se han presentado desde la invasión estadounidense iniciada en 2003, suman 170 asesinatos.

La FIP destacó que la única señal positiva para los periodistas llegó en los últimos días del año con la expedición de una declaratoria de la ONU, que por primera vez condenó los ataques e hizo un llamado a llevar ante la justicia a los asesinos de los trabajadores de los medios de comunicación.

“Esa fue la única luz en este año oscuro, comentó Aidan White; por primera vez la ONU trató la crisis que se profundiza para los medios de comunicación. Ya era hora. Requerimos de acciones contra países que permiten la impunidad en casos de periodistas asesinados”.

En concordancia con las cifras presentadas, en los últimos días de la administración pasada, Reporteros sin Fronteras había precisado que “el mandato del presidente Vicente Fox termina con el sombrío balance de 20 periodistas asesinados, sin que en ningún momento se haya molestado a ninguno de los autores intelectuales de estos crímenes”.

Durante los seis años de Fox Quesada, México se convirtió en 2005 “en el país más letal para prensa de todo el continente americano” y el 2006 quedó clasificado en el segundo puesto mundial, sólo detrás de Irak, y de entonces a la fecha se le considera como el país “más peligroso del mundo”.

En un recuento de la Federación de Periodistas de América Latina y el Caribe presentado el 29 de diciembre pasado, el organismo expone que durante 2006 los periodistas de esas regiones ejercieron su profesión “en un contexto de inusitada gravedad y en un índice alarmante, hasta con el costo de la propia vida”.

"La creciente desigualad y no equitativa distribución de la riqueza, en favor de los que más tienen y en perjuicio de las poblaciones más necesitadas, son el caldo de cultivo para la impunidad y las campañas interesadas en desacreditar al periodismo de investigación y de denuncia”, analiza la federación que en sus síntesis de informadores mexicanos muertos o desaparecidos destacó lo siguiente:

Las ejecuciones en marzo de los periodistas Ramiro Téllez Contreras, Rosendo Pardo Ozuna y Jaime Arturo Olvera Bravo; el asesinato de Enrique Perea Quintanilla, en agosto; la muerte de Bradley Roland Hill, en octubre; la de Misael Tamayo Hernández, José Nava Sánchez y Roberto Marcos García, en noviembre, y cierran el año con la de Raúl Marcial Pérez.

En cuanto a los desaparecidos mexicanos, la Federación de Periodistas Latinoamericanos y Caribeños destaca, con datos compartidos de la FIP, a Rafael Ortiz Martínez, Guevara Guevara Domínguez, José Antonio García y Adolfo Sánchez Guzmán.

Cuando comenzaba la ocupación a Irak los imperialistas norteamericanos dispararon una serie de misiles sobre el Hotel donde se hospedaban varios periodistas occidentales asesinando alguno de ellos.

Después de tres años mas de tres mil soldados estadounidenses han muerto en Irak y el círculo de la violencia acaba de asesinar a su presidente Sadam Hussein.
Estados Unidos a eliminado de esta forma a uno de los testigos claves y comprometedor.
Sólo Sadam Hussein conocía los nombres de las compañías que le vendieron las armas químicas para bombardear a los pueblos kurdos y las tropas de Irán.
El muerto sabía los nombres de los funcionarios en Washington y Bélgica que autorizaron las ventas de material de guerra durante los años 80 a pesar de las restricciones sobre comercio de armas en el Medio Oriente.
Sadam Hussein también conocía los nombre de los agentes que le proporcionaron imágenes satelitales sobre las tropas enemigas durante la guerra con Irán que costó más de un millón de muertes.
Sadam Hussein conocía muy bien todos los crímenes cometidos por el imperialismo norteamericano durante más de veinte años en Medio Oriente.

Dicen que Henry Kissinger afirmó que era más peligroso ser aliado de Estados Unidos que enemigo. Y al parecer tenía razón. Estados Unidos invadió Irak sin el acuerdo con Naciones Unidas, ocupó su territorio de la misma manera y ahora por mano propia sin que existiera un tribunal internacional de por medio le torció el pescuezo a Sadam Hussein esto es ser demócratas.

Los imperialistas son los reyes de la pena de muerte en todo el mundo y una vez más quedó demostrado su disfraz de demócratas.

Los grandes medios de prensa muestran la guerra en Irak como la lucha entre tribus y clanes religiosos pero en cambio hoy la agencia de noticias española Insurgente demuestra como también esto es una gran falsedad.

Patrick Martin da a conocer en el diario digital español Insurgente que “Más de dos tercios de los ataques se dirigen contra soldados estadounidenses, y policía y soldados iraquíes. El tercio restante de los ataques se dirige contra civiles iraquíes. Por ello, frente a los esfuerzos realizados por el gobierno de Bush y por los medios de comunicación para presentar la violencia [en Iraq] como una guerra intestina entre sunníes y chiíes, la realidad es que el grueso de las acciones armadas se dirigen contra las fuerzas de ocupación y sus subordinados iraquíes”.

Un informe dado a conocer por el Pentágono el lunes 18 de diciembre confirma la desastrosa situación del proyecto estadounidense para la conquista de Iraq.
La resistencia armada contra la ocupación de Estados Unidos continúa creciendo, en forma de ataques de la resistencia contra las fuerzas estadounidenses y con las bajas norteamericanas que aumentan en una proporción de dos dígitos.
Según el informe solicitado por el Congreso para el trimestre octubre, diciembre, el número de ataques llevados a cabo por la resistencia ha aumentado un 22 por ciento sobre los pasados tres meses, mientras que las bajas estadounidenses han aumentado un 32 por ciento. Más de dos tercios de los ataques se dirigen contra soldados estadounidenses, y policía y soldados iraquíes. El tercio restante de los ataques se dirige contra civiles iraquíes. Por ello, frente a los esfuerzos realizados por el gobierno de Bush y por los medios de comunicación para presentar la violencia [en Iraq] como una guerra intestina entre sunníes y chiíes, la realidad es que el grueso de las acciones armadas se dirigen contra las fuerzas de ocupación y sus subordinados iraquíes.

Durante el año pasado, el número de ataques se ha duplicado, lo que contradice todas las afirmaciones del gobierno Bush respecto al avance en el establecimiento de un régimen de ocupación estable. El promedio de los ataques armados aumentó de 463 a la semana durante los seis meses que van desde febrero de 2006 a agosto hasta los 959 ataques semanales durante los cuatro meses que van desde agosto hasta noviembre de este año. Las bajas estadounidenses se han registrado a una media de 25 soldados estadounidenses muertos o heridos al día, con una media aún mayor de 33 bajas al día entre los soldados y policías iraquíes.

El general de Brigada del Cuerpo de Marines, John F. Sattler, director de Planes Estratégicos y de Política de la Junta de Jefes de Estado Mayor estadounidense, indicó a la prensa sobre el informe: "La violencia ha aumentado a una velocidad increíblemente alta". Responsables del Pentágono afirmaron ante la prensa que la resistencia había logrado " un éxito estratégico parcial", dividiendo al gobierno estadounidense establecido en Bagdad en bandos sectarios y socavando su viabilidad.

Mientras el informe sugiere que las fuerzas estadounidenses estaban alcanzando su objetivo respecto al número de soldados iraquíes y policías a los que han dado un entrenamiento militar rudimentario unos 325.000 efectivos, de los cuales alrededor de 45.000 han sido asesinados, heridos o se encuentran desaparecidos, en tanto que el 50 por ciento de ellos, según estimaciones estadounidenses, desertaría si se les desplegase fuera de las zonas donde viven.

Los casi cuatro años de ocupación estadounidense de Irak han sido una catástrofe para el pueblo iraquí, que se enfrenta a situaciones sociales y económicas, muchísimo peores que las que padecieron con Sadam Hussein, y a un grado de asesinatos en masa que sobrepasa los años más sangrientos del régimen iraquí.

La guerra también ha tenido un profundo impacto en el ejército estadounidense, como señalaban oficiales del Pentágono en declaraciones realizadas la semana pasada.
Peter Schoomaker, Jefe del Estado Mayor del Ejército, afirmó el 14 de diciembre ante un comité del Congreso que las tensiones de un despliegue de fuerzas en Irak y Afganistán unido a las restricciones en el uso de las tropas de la Reserva y de la Guardia Nacional estaba teniendo un efecto devastador sobre la capacidad militar estadounidense.

"El ejército es incapaz de generar y sostener las fuerzas necesarias para proseguir la guerra global contra el terrorismo sin sus miembros activos, de la Guardia Nacional y de la Reserva operando en conjunto", afirma Schoomaker.
No hay suficientes soldados en activo trabajando para dar cumplimiento a los requerimientos de los constantes despliegues, señala, puesto que la política actual del Pentágono prohibe segundos despliegues para miembros de la Reserva y de la Guardia Nacional, excepto para los voluntarios. "En esta situación, sin poder contar de manera permanente con los miembros de la reserva mediante una segunda movilización, acabaremos con los miembros en activo", afirma el general.

El gobierno Bush impuso una prohibición informal sobre segundos despliegues lo que se incumple los actuales requisitos legales debido a las preocupaciones sobre las secuelas políticas tras el aumento de bajas entre los soldados de la Guardia y la Reserva, quienes cada vez tienen más edad, y están casados y tienen hijos. En los tres primeros años de guerra se abusó de esas fuerzas, hasta el extremo de que sólo 90.000 de los 522.000 soldados de la Guardia Nacional y de la Reserva están disponibles para su movilización a zonas de guerra.

Según el resumen del informe elaborado por el Ejército y distribuido a la prensa, las fuerzas de la Reserva ahora deben unirse de forma improvisada a soldados de diversas y distintas unidades, alcanzando un promedio del 62 por ciento de esta fuerza, comparado con el seis por ciento alcanzado en 2002. En una unidad de transporte sólo siete de 170 soldados estaban disponibles para el despliegue y el resto provenía de otras 65 unidades desplegadas en 49 lugares. " Las necesidades del Ejército dictan que tenemos que desplegar unidades organizadas, entrenadas, equipadas y cohesionadas", afirma Schoomaker,” y eso no se hace con equipos en camiones".

En tales consideraciones subyace la resistencia de los mandos del Pentágono a la iniciativa preferida de la Casa Blanca: una operación con un incremento de entre 20.000 y 30.000 tropas de combate adicionales que se enviarían desde Bagdad a la provincia de al-Anbar, centro de la resistencia armada sunní, para dirigir un ataque militar contra las poblaciones locales.

Según una información del jueves 14 de diciembre de The Washington Post, la Junta de Jefes de Estado Mayor había expresado su oposición unánime a la propuesta de operación, basándose en que no se había valorado las consecuencias a largo plazo, especialmente el impacto que tendría el incremento de tropas de Estados Unidos en reavivar la resistencia iraquí, tanto en la zona sunní como en la chií. Además, existe una grave preocupación entre los altos oficiales sobre el impacto de la operación en la moral de las tropas, debido a que las propuestas operativas más ambiciosas las preferidas por el vicepresidente Cheney, según se dice tendrían que volver a desplegar a tropas que actualmente tienen previsto regresar desde Iraq a Estados Unidos , y en su lugar enviarlas de nuevo al combate.

Quien más claramente expresó tales puntos de vista fue el ex Secretario de Estado del gobierno Bush, Colin Powell, que fue también presidente de la Junta de Jefes de Estado Mayor en el gobierno de Bush padre, en cuya calidad supervisó las operaciones militares en la primera guerra de Estados Unidos contra Iraq de 1991. En una comparecencia en el programa de la CBS del domingo Face the Nation, Powell declaró su oposición a cualquier incremento de las fuerzas militares estadounidenses en Iraq a corto plazo:

"Antes de incrementar el número de tropas, o hacer tal recomendación al comandante en jefe, me gustaría estar seguro de que sabemos perfectamente a lo que van y por cuánto tiempo van."

Bush, Cheney y sus colaboradores más cercanos se niegan a reconocer el grado de catástrofe en Iraq y ellos mismos se han declarado irrevocablemente comprometidos con una victoria militar estadounidense. El recién nombrado Secretario de Defensa, el ex director de la CIA, Robert Gates, reiteró su postura en sus comentarios del lunes 18 de diciembre, cuando asumió el control del Pentágono en sustitución de Donald Rumsfeld.

"En este momento, el fracaso en Iraq sería una calamidad que atormentaría a nuestra nación, dañaría nuestra credibilidad y pondría en peligro a los estadounidenses en las décadas venideras", declaró al mismo tiempo que era investido por el vicepresidente Cheney, junto al nuevo presidente del comité del Senado de Servicios del Ejército, el demócrata Carl Levin de Michigan, que también estaba presente. Levin, junto con el resto de los demócratas en el Senado, votó a favor de Gates como nuevo jefe del Pentágono. Levin afirmó a The Washington Post que Gates " estará mucho más abierto a la supervisión" del Congreso de lo que lo estaba Rumsfeld.

No hay dirigentes demócratas en el Congreso en desacuerdo con la declaración de Gates de que la derrota en Irak sería un desastre, con repercusiones globales, para el imperialismo estadounidense. Esto es por lo que, a pesar de los poderosos sentimientos contra la guerra expresados por una mayoría de votantes en las elecciones del 7 de noviembre, la nueva mayoría demócrata en el Congreso está comprometida con la continuación de la guerra.

Los conflictos dentro de la elite dirigente tienen que ver con la forma de recuperar lo más posible del desastre en Irak, pero todas las facciones aprueban los objetivos fundamentales de la política del gobierno Bush, que son lograr el control de los recursos petrolíferos de Iraq y utilizar el territorio de ese país como una base estratégica para proyectar el poder de Estados Unidos en todo el Medio Oriente.

MIENTRAS TANTO EL IMPERIALISMO SIGUE DE “NUDO CORREDIZO FÁCIL”.

Y AL PARECER ESTE JUEVES ASESINARÁN A OTROS DOS FUNCIONARIOS DEL GOBIERNO IRAQUÍ, MUY CERCANOS A SADAM HUSSEIN.

PERO EN IRAK LA COSA YA NO ES A QUIEN LE QUIEBRAN EL CUELLO SINO SI SE VAN O SE QUEDAN.